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Eduardo Viñuela

Crítica / Música

Eduardo Viñuela

“Shinova” arrasa en la presentación de su nuevo álbum

El grupo vasco exhibe contundencia ante centenares de seguidores en el Albéniz, en Gijón

Mucho se ha hablado de los efectos que la pandemia ha tenido en el desarrollo de la carrera de muchas bandas. Y, sin duda, es una triste realidad, especialmente para las formaciones emergentes. Sin embargo, esta situación no ha podido con grupos de largo recorrido acostumbrados a crecer paso a paso, disco a disco, sumando público y evolucionando en su sonido a medida que tanto sus directos como su trabajo en estudio van madurando. Es el caso de “Shinova”, que cuenta con seis discos y quince años de trayectoria a sus espaldas, y que en los últimos tiempos parece haberse instalado en “La buena suerte”, título de su último trabajo que describe el buen momento que están viviendo. Los vascos siguen llenando conciertos, convirtiéndolos en auténticas fiestas que sus seguidores viven con entrega, y están en una inercia ascendente que augura una mayor proyección en los próximos años.

“Shinova” arrasa en la presentación de su nuevo álbum

El pasado sábado, el escenario lo puso un teatro Albéniz que a punto estuvo de quedarse pequeño. “Shinova” llegó para cerrar el ciclo de conciertos “Vibra Mahou” que ha llenado las salas asturianas de directos en los últimos dos meses, y el ambiente que se respiraba era diferente al que vivimos en la última visita de la banda a la ciudad allá por el verano de 2020, con una plaza de toros sentada.

Salieron puntuales y arrancaron con “Puedes apostar por mí”, que abre su último álbum. Fueron muchos los temas recientes que sonaron en el concierto, pero el público los recibía como verdaderos clásicos, coreando canciones enteras, como sucedió en “La sonrisa intacta”. La entrega de la banda, en especial de su cantante, resultaba contagiosa, y así, la intensidad se apoderó del concierto desde los primeros compases.

Juega a favor un sonido que destila la contundencia y la épica del metal de sus primeros discos y la combina en su justa medida con el lirismo y la contención del indie. Estas dos vertientes configuran el sello personal de la banda y ponen los mimbres para fraguar canciones bien construidas en las que las líneas melódicas avanzan sobre firmes estructuras rítmicas y armónicas. Los patrones de bombo a pulso de negra sostienen el fluir de los arpegios en las guitarras y las atmósferas que aportan los teclados. Sobre todo este entramado instrumental se impone la voz grave de Gabriel de la Rosa, que sabe moldear los versos de cada canción alargando fraseos a voluntad.

Las canciones de “Shinova” caminan de forma inexorable, y juegan con la superposición de texturas para crear una tensión que habitualmente estalla en los estribillos. La fórmula funciona tanto en temas más parcos, “Qué casualidad” o “Volver”, como en los maximalistas, “Gigantes”, y el resultado es una batería de canciones con las que el concierto nunca pierde un ápice de fuerza. El pasado sábado sonaron muchos de sus éxitos, pero otros se quedaron inevitablemente en el tintero. Y, a juzgar por cómo fueron recibidas las nuevas canciones, parece que esta va a ser la tónica de sus conciertos; la realidad de una banda en estado de gracia que suma y sigue con cada nuevo tema.

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