El aterrizaje en Gijón del torneo ATP 250 que hasta ahora se organizaba en Moscú (ni mucho menos confirmado, pero sí bien encaminado) sería un golpe ganador para la ciudad siempre y cuando no implique un desembolso desmedido de dinero público, uno de los apartados que están por aclarar. El montaje del campeonato y su celebración implicarían un movimiento económico incuestionable, especialmente para sectores como la hostelería y la hotelería, en estos momentos de incertidumbre. La llegada de caras conocidas del circuito internacional serviría para afianzar el interés local por el tenis, deporte capaz como pocos de mover marcas y patrocinadores. Y el cartel, sumado a la curiosidad por tratarse de una competición que emigra de Rusia debido a la guerra, pondría todos los ojos de Europa sobre la cancha, en una impagable campaña de promoción.