Las pasadas navidades quise regalar “Sueños azules y contrasueños” del escritor chileno Elicura Chihuailaf, primer mapuche Premio Nacional de Literatura de su país. Imposible encontrarlo en las librerías de nuestra ciudad. Un afectuoso librero, consciente de mi impotencia, fue franco: “siento decir esto pero tu única opción para este libro es Amazon”. En unos días tenía en casa la delicada poesía del mapuche. Un pueblo que reivindica a Chile y Argentina su territorio, devorado en aras del desarrollo económico. Viví el contrasentido como una bomba lapa latiendo bajo mi vida burguesa.
Hasta el periodista norteamericano Alec MacGillis, autor del demoledor libro de investigación “EEUU de Amazon: la historia del futuro que nos espera”, reconoce comprar a través del gigante de la distribución cuando no consigue un producto por otra vía, confesión para consolarse a medias. Según MacGillis, el efecto de Amazon sobre los territorios es devastador: desaparición del comercio de proximidad, asfixia de la pequeña empresa, precarización del trabajo, gentrificación, empobrecimiento de poblaciones…
El libro -paradoja redonda, puede adquirirse por Amazon-, hace en Asturias volver la mirada a Siero, donde la empresa de Jeff Bezos ha implantado un centro logístico. El hecho fue aplaudido por la creación de empleo, claro. Aunque al mismo tiempo se haya activado la acción depredadora documentada por MacGillis. Sólo nuestra complicidad practicando lo que él llama “compra consciente”, puede ralentizar este proceso, regido por una máxima: el corazón de las empresas es su cuenta de resultados.
Un ejemplo de ello es el cierre de Danone en Salas. Lo hemos sabido este mes pero seguramente el plan estratégico de la compañía lo había previsto hace mucho; cuando dejó languidecer el mercado de los productos hechos en Asturias y renunció a sacar otros nuevos, a pesar de las propuestas de los trabajadores. Toca transitar el camino de la deslocalización.
Y ahora sabemos que Gijón contará con un hospital privado del grupo Quirón Salud. Otra noticia con regusto a advertencia. De nuevo, cómo no celebrar una inversión en nuestra ciudad: creación de empleo e impacto benéfico indirecto en la economía local. Pero es también la constatación de que florece el negocio de la salud, síntoma de que se debilita como servicio público.
El último informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública indica que la pandemia ha intensificado la privatización de los servicios sanitarios. La “deriva privatizadora”, concluye, era anterior al covid, pero el virus le ha ofrecido el mejor caldo de cultivo colapsando la atención primaria y hospitalaria.
Me refugio en Chihuailaf: “hemos sido depredadores”, pero la naturaleza nos ofrece “otra oportunidad, volver a la senda del buen vivir”.
