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Eduardo Viñuela

Crítica / Música

Eduardo Viñuela

Un festival con aroma indie

Sol, nube, lluvia y vuelta a empezar. Primavera en estado puro; este fue el imprevisible contexto en el que se celebró el Vibra Mahou Fest el pasado sábado en la feria de muestras de Gijón. Un auténtico quebradero de cabeza para quienes tienen que programar un festival, y, ante la duda, mejor apostar por un espacio cubierto, a pesar de que el sonido pierda calidad considerablemente por la reverberación. El pabellón principal de la feria fue una auténtica caja de resonancia durante doce horas ininterrumpidas, pero las ganas de música en directo y de pasarlo bien se impusieron, y el público disfrutó del maratón de grupos y djs que no dejaron que la fiesta decayera en ningún momento.

Un festival con aroma indie

Con este festival, Mahou refuerza su apuesta por el pop español y afianza su vinculación con la música indie. En el cartel encontramos artistas con una larga carrera, como Delafé, y otros que están en plena trayectoria ascendente, como las Ginebras o Arde Bogotá, que empezó a sonar en plena pandemia y se perfila como uno de los grupos que mayor rendimiento le puede sacar a la temporada de festivales este año. En conjunto, una programación para todos los gustos que demuestra la variedad de propuestas en la escena indie española.

El festival arrancó a la hora del vermú con la energía de Nunatak; estos murcianos encuentran una personalidad propia con los guiños al folk, que encajan a la perfección en el aire épico que caracteriza a muchos de los grupos del indie estatal. La sobremesa fue con Delafé y su pop electrónico relajado. Los encargados de subir la intensidad de la jornada fueron Sienna, con temas bien armados de guitarras que estallan en poderosos estribillos e hicieron levantar los brazos de quienes se dejaron arrastrar por su sonido. Entre sus peculiaridades, el regusto setentero de algunas de sus canciones y la apuesta por toques de funk como los que escuchamos en “El simulacro”, el tema que cerró su concierto.

Sin duda, una de las más esperadas de la jornada era Natalia Lacunza, que sigue su proceso de evolución, alejándose de las versiones y de su paso por OT para consolidar un repertorio propio. Esta vez vino a Gijón con banda y con varias de las canciones que integrarán su primer álbum de larga duración. Lacunza apostó por tiempos medios en los que da libertad a su voz, como sucedió en los fraseos de “Olivia”. Exhibió potencia en temas como “Algo duele más” y dio protagonismo a su grano vocal aterciopelado en “Si volvemos a querernos”.

La tarde acabó con el pop desenfadado y con tintes sesenteros de Ginebras, una descarga de energía antes de que Arde Bogotá pusiera el punto y final cuando las votaciones de Eurovisión ya estaban en marcha. Fue una buena forma de dar por inaugurada la temporada de festivales en Gijón, que este verano recupera la normalidad prepandémica y se presenta cargada de propuestas para todos los gustos.

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