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Jaime Torner

Posible alza del bipartidismo

Las pasadas elecciones presidenciales en Francia reflejaron el buen funcionamiento del sistema electoral a “doble vuelta” porque reducía ese proceso a dos candidatos (Le Pen, Macron) de ideologías opuestas y evitaba componendas de pactos electorales. De hecho,el “sistema bipartidista” de EE UU (Partido Demócrata y Republicano) o del Reino Unido (Partido Conservador y Laborista) ofrece mayor estabilidad política que el desenfrenado pluripartidismo. Consiguientemente, procede valorar si recuperar actualmente en España este sistema resultaría una alternativa de gobierno válida:

En primer lugar, el centro político español ha tenido partidos de corta trayectoria (UCD, UPyD) y, recientemente, Ciudadanos ha sufrido una debacle al perder 11 escaños durante las elecciones autonómicas de Castilla y León, mientras su presencia en el resto de España parece testimonial. Aunque el espíritu del centro político se base en la moderación, ello no implica “navegar entre dos aguas”, dando concesiones a la derecha e izquierda política (según convenga). Además, Ciudadanos se inclina por formar gobiernos de coalición con partidos vencedores (sin mayorías absolutas) para obtener cotas de poder que, salvo en Andalucía, han resultado inestables.

En segundo lugar, el bipartidismo político español se remonta al período 1881-1923 protagonizado por el Partido Conservador y Liberal y, posteriormente, al período entre 1982-2015 protagonizado por el PSOE y PP aunque con apoyo de “partidos bisagra”, como CIU.

En tercer lugar, la derecha española está tan dividida como la izquierda: Concretamente, Vox nació por escisión del ala más conservadora del PP tras rechazar su deriva al centro político; mientras, Podemos se diferenció del PSOE mediante tesis marxistas enfrentadas al entonces cuestionado Gobierno del PP.

Dicho lo cual, puesto que nuestro Parlamento está fragmentado en múltiples partidos políticos con objetivos divergentes que estancan la Legislatura y generan considerable rechazo ciudadano, creo que, en lugar de modificar nuestra Ley Electoral, procedería recuperar la estabilidad política reinstaurando un “sistema bipartidista” constituido por un partido de derechas y otro de izquierdas: Así pues, parecería sensato que PP y Vox formen un partido de derecha conservadora, mientras PSOE y Podemos se fusionen en un partido socialdemócrata (de izquierda moderada). Sin duda, ambos partidos podrían albergar distintas sensibilidades, aunque siguiendo una política común dirigida por un líder carismático respetado por toda su militancia.

En definitiva, la eventual desaparición del centrismo y del radicalismo (de izquierdas o derechas) simplificaría el marco político y permitiría recuperar un sistema bipartidista, tradicionalmente estable. No obstante, ello requiere que ciertos políticos renuncien por patriotismo a sus egoísmos partidistas y actúen en beneficio del bien común. ¿Acaso pretendo ingenuamente un gesto utópico? Obviamente, no debería serlo.

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