La investigación paralela que indagará en los supuestos restos de la muralla carlista del “solarón” a medida que avanzan las obras de urbanización, en un futuro tan lejano como incierto, es una buena solución para abordar este debate arqueológico, que algunos plantean con honradez y otros no tanto. El Ayuntamiento adquiere así el compromiso de preservar posibles ruinas con valor, en el caso de que existan, sin retrasar más aún el desarrollo de la planificación cuando llegue el momento de acometerla. Defender que la parcela junto al Humedal sea una gran zona verde en vez de un solar de edificios que sirvan para pagar el plan de vías es muy legítimo. Enarbolar la conservación del patrimonio como barrera para una operación ajustada a la legalidad, no tanto.
