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Isabel Menéndez Benavente

Tormenta de ideas

Isabel Menéndez Benavente

No es tu primer hijo, es el segundo

Sobre la ley del aborto

Ni sabías que estabas embarazada. Tienes la regla irregular y con tu novio has tenido encuentros, pero quizás no tantos. Ya sería mala suerte. Pero sí. Un día te notas el pecho más grande, y alguna molestia como náuseas y la regla sigue sin bajar. Y entonces, muy asustada, te haces sola la prueba. Sí. Lo estás. Cuando vas al médico, ya estás de 14 semanas, te había engañado alguna mancha por el medio. Pero tu bebé está ahí. Y piensas que todo va a cambiar y no quieres, porque te han enseñado que la vida es divertirte, ser feliz y pasar de los problemas que, como este, se pueden quitar de delante. Y sabes que tus padres no dejarán que abortes, y que él, tu novio desde hace un año, seguramente tampoco. Y entonces llega la gran noticia, se ha aprobado la ley. Puedes ir tranquilamente al hospital y pedir que te quiten a tu niño. Y piensas: ¡qué suerte!, porque ahora puedo hacerlo, aunque todavía no pueda fumar, ni beber, ni por supuesto, votar. Y es que, tranquila, ellos ya han votado por ti. 

Ellos sí que saben que tú, al igual que muchas otras adolescentes, estás ahora totalmente perdida, sin saber qué hacer ni con tu vida, ni con su cuerpo, y ahora les va a resultar mucho más que fácil matar, interrumpir una vida humana. A ti te han dicho hasta la saciedad que no lo es, que es casi casi como que te baje la regla. Pero, ¿sabes?, me gustaría verte, hablarte. Decirte que no es tu cuerpo, por Dios, que no es un parásito, que no es un tumor, es una vida con un código genético diferente al tuyo, que tú has creado junto con alguien que tampoco por supuesto va a saber lo que vas a hacer, porque también se te ha dicho que es solo problema tuyo. Ellos no tienen ningún tipo de importancia. Son hombres. Y por ello también están en este caso discriminados. ¿Crees que no tiene derecho sobre ese hijo? 

Y por si te puedes arrepentir, no necesitarás tampoco tener los tres días de reflexión que había antes, porque así todo resulta más rápido, y te lo quitas de encima sin pensar. Ahora tampoco tienen obligación de darte información, como la tenían antes de esta reforma. Todo será mucho más fácil. Y tu bebé no nacerá porque ellos así lo han decidido. Nadie va a decirte: ¿sabes que “eso” que te vas a quitar, ya tiene manos y pies y hasta uñas, y que sus órganos están desarrollados, que tiene una carina prácticamente de bebé, con orejas, nariz y ojos? Y también, fíjate, puede hasta escuchar esa música que tanto te gusta. Que es un bebé en miniatura. Que hasta hace gestinos y puede llegar a chuparse el dedo. ¿A que eso no te lo han dicho? No. Porque igual lo piensas mejor y no das ese paso. Por eso cuando acaban, vuelves a casa y dices que te encuentras mal, te quedas en casa unos días porque estas con gripe y ya está. Pero, ¿sabes?, quizás algún día quieras ser madre, cuando seas adulta, cuando sepas si te están engañando, y si al final lo eres, madre, de las de verdad, sabrás, niña, que no es tu primer hijo. Jamás olvidarás que es el segundo.

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