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Filippo Priore

Por libre

Filippo Priore

Entre la improvisación y la insurrección

Nadie puede negar que atravesamos tiempos convulsos como no se recordaban desde antes incluso de que los dos principales equipos peloteros de la región dirimiesen sus diferencias en una categoría que jamás debieron abandonar en lo deportivo, de igual modo que tampoco en lo económico y social; un hecho que refleja la degradación de Asturias. Con una inflación de por sí asfixiante, vivimos masacrados a impuestos por un gobierno progresista que va camino de hacer de la clase media un trampolín hacia la pobreza, y por el que muchos se lanzarán aun desconociendo si hay agua en la piscina, sobrepasados por un escenario que sus padres jamás hubieran imaginado para ellos.

Hablando de nuevas tasas, en estos últimos días la polémica la tenemos con las famosas “etiquetas ambientales”, que han provocado, como era previsible, largas colas en Correos, con una rotunda advertencia por parte de la Administración correspondiente: supondrá 90 euros de multa en el supuesto de no aparecer exhibida en el parabrisas. A este paso algún parabrisas lucirá más pegatinas que la chupa de un motero “heavy”.

Habrá que dejar transcurrir algo de tiempo para ver cómo evoluciona y cómo acaba el tema; y si no lo hace como el Rosario de la Aurora (conocida expresión ya adaptada a los libros en asturiano como acabar como el “cascayu” del Aurelio); pero de mano quizás el periodo elegido para su implantación no haya sido el más acertado, con el lógico recelo a flor de piel en los comerciantes, quien lo consideran una traba añadida para poder competir con el turismo de otras ciudades norteñas. Habrá que tomárselo con tila y mucha filosofía, esa noble asignatura denostada, humillada y sometida además ahora para bochorno de cualquier libre pensador, a una auténtica caza de brujas por parte de peores hechiceras. Nos queda así a los padres la irrenunciable responsabilidad de estar muy atentos a lo que se dice o se cuenta en los libros de texto, sobre los que se edificará el conocimiento de nuestros hijos. Y no se quejen, que les podría tocar vivir en una región bilingüista, donde los políticos no admiten preguntas de por qué ellos, que ensalzan lo público, llevan siempre a sus retoños a colegios privados donde se les enseña en castellano según lo que dicta la Ley, además de en inglés, francés y de la lengua de turno.

Ha sido precisamente esta semana también noticia una madre por no llevar a su hijo al colegio al no estar de acuerdo con el protocolo anticovid, que califica de “aberración”. Lo cierto es que miles de familias recibimos una simple notificación con los cambios aprobados, aunque algunos parecieron luego quedar en brindis al sol.

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