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Sariego

Nuevas epístolas a “Bilbo”

José Manuel Sariego

Esto no puede seguir así

Sobre el reparto de la riqueza

El 10% de la población mundial acumula el 75% de la riqueza. Y esa concentración de dinero y poder en unas pocas manos se acelera. En España, ese 10% dispone de casi el 35% de los ingresos y del 56% del patrimonio. Así pues, “Bilbo”, no vives en el mejor de los mundos posibles. Escribe el periodista Enric González que esto no puede seguir así, que es intolerable, que este “fracaso fiscal de dimensiones planetarias conlleva un fracaso político. Unos cuantos magnates, cuya riqueza pasa cada año de lo asombroso a lo obsceno, dominan a la vez el desarrollo tecnológico y la nueva industria de la información (Mark Zuckerberg con Facebook, Elon Musk con Twitter, Jeff Bezos con Amazon), arrasan la competencia y, aburridos ya de mansiones, yates, aviones, se entretienen con juegos espaciales. Nos hemos acostumbrado a este espectáculo. Pero sigue siendo el gran fracaso de nuestra época”.

De nada valen lamentos o ladridos del tipo “esto no puede seguir así” o “esto es intolerable” o “esto es una injusticia” o expresiones parecidas cuando persiste el acaparamiento de la riqueza en unas pocas manos; cuando una minoría ejerce el control de los medios de información, producción y distribución; cuando la inmunidad fiscal campa por sus respetos; cuando el desprecio a los derechos laborales abunda por doquier; cuando los bienes básicos cada vez son menos comunes: el aire, el agua, la salud, la educación, la energía, la moneda; cuando, por más que se trabaje, resulta extremadamente difícil evadir la pobreza; cuando nacer y vivir con acceso a servicios médicos, o cobrar algún subsidio al perder los ingresos, o morir sin dejar en la ruina a los familiares no está al alcance de la inmensa mayoría de la población terráquea; cuando la inextricable geopolítica traza los límites fronterizos a conveniencia del dinero, cueste la guerra que cueste…

Talmente parece, “Bilbo”, que se nos quiere convencer de que el mundo es hoy muy complejo, de que no hay soluciones que valgan para corregir las desigualdades, de que, por razones ignotas o insondables para el común de los ciudadanos, debemos resignarnos a seguir por el camino impuesto, por lo segao, vaya.

A falta de recetas, te advertiré de un peligro elemental: la historia nos demuestra que las respuestas valederas nunca provinieron de blandir banderas, cantar himnos patrióticos, venerar a dioses, resucitar héroes, rememorar hazañas bélicas, reinventar conquistas imperiales, proclamar nacionalismos exaltados u otros trucos populistas consabidos. Para quien nada tiene, la nación significa hoy, en Europa al menos, la defensa, sostén y ampliación del Estado de bienestar. La historia confirma que las ultraderechas sirvieron, en todo lugar y tiempo, a las oligarquías. Que te quede claro.

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