Todos los sportinguistas vamos a echar de menos para siempre su humanidad, su entusiasmo y su cariño. Fernando era una persona muy entrañable, cercana, amable, bondadosa.
El sentimiento sportinguista le salía en cualquier situación de la vida. Fueyo estuvo siempre pendiente de todos los futbolistas. Los que formamos parte de la Asociación de Veteranos y del club hemos disfrutado de su cercanía hasta el último momento. Él ha sido una gran ayuda en nuestra labor como exjugadores, con quienes mantenía una relación muy especial.
Imposible olvidar sus palabras en tantas celebraciones y actos compartidos. Era imposible hablar con más entusiasmo. Recuerdo cómo antes de diferentes actos en los que nos acompañaba nos decía que iba a ser breve, pero al final se alargaba, bromeábamos con él, pero siempre era ameno y lograba unir todas sus vivencias con el fútbol en unos discursos muy cercanos.
Fernando se preocupó en todo momento por los problemas de los jugadores, de los veteranos, de cualquier persona vinculada al Real Sporting. Era tan persistente y le ponía tanto cariño a todo que lograba incluso que algún compañero no habitual de sus actos religiosos acabara acudiendo a los mismos. Con su dedicación y cercanía lo conseguía. Y muchos futbolistas le querían escuchar más allá de las convicciones religiosas de cada uno.
Su humanidad ha quedado demostrada con la ayuda que ha ofrecido a tantas personas lejos y cerca de casa. En Burundi y en Asturias. El objetivo de su vida fue ayudar a los más desfavorecidos. Y lo consiguió con creces. Fernando es un ejemplo para todos. Le echaremos de menos. Todos los sportinguistas le recordaremos siempre.
