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Agustín Hevia Ballina

Fueyo, sembrador de alegría

La noticia del fallecimiento de don Fernando Fueyo, cura hasta hace muy poco de la joven parroquia de San Nicolás de Bari de El Coto, de Gijón, parroquia a cuyo crecimiento y desarrollo asistió en continua entrega, no fue motivo de sorpresa, para todos los que mucho lo querían, pues el estado de deterioro físico a que su estado de salud le había hecho llegar, no permitía otro desenlace. Personalmente recibí la noticia casi de modo instantáneo al momento en que se produjo. Como siempre hago, en similares casos, mi primera actitud fue la de encomendar su tránsito hacia la Casa del Padre, pidiendo al Señor que le dé el descanso eterno, en esos instantes en que entregaba su alma al Altísimo que le había creado.

Su vida en lo humano abarca un amplio arco entre las fechas del 23 de abril de 1937, en que tuvo lugar su nacimiento en su casa situada frente a la escalera número tres de la playa de San Lorenzo, culminándola en 23 de junio de 2022, a sus 85 años, período suficiente para, con la gracia divina, alcanzar el merecimiento de disfrutar la vida eterna. Este día, víspera de la fiesta de San Juan Bautista, el Precursor de Cristo el Salvador.

Pasó a celebrar su cumpleaños en la gloria del cielo, en la bienaventuranza eterna. Fue bautizado en breves días, naciendo a la vida de aquí abajo y pasando a obtener la condición de hijo de Dios y miembro de la Iglesia de Cristo por el Santo Bautismo. Formaron sus padres Manuel, ebanista, natural de Riaño, y Blanca, de Barros, un hogar en que resplandecieron las virtudes cristianas y en el que nacieron cuatro hijos, todos orientando sus vidas por los derroteros de la vocación a la vida consagrada: su hermana, Ángeles, profesando en una Congregación religiosa; José Manuel y Fernando, ordenados sacerdotes y José Carlos, con la carrera sacerdotal iniciada en Comillas y orientada después hacia el matrimonio y la enseñanza.

Para Fernando se inició el ejercicio del sacerdocio el 18 de marzo de 1962. Incorporado a la Diócesis, después de su ordenación en Comillas, fue nombrado Coadjutor de la parroquia de Santa Eulalia de la Felguera (hoy con titularidad de San Pedro). Era párroco de la Felguera el noreñés don José Monte Cabañas, después Canónigo de la Catedral y auténtico maestro en los avatares de la vida pastoral, con el que Fernando aprendió mucho de vivencias de amistad y de poner plena ilusión en las tareas de la vida sacerdotal y en generosidad de entrega al servicio de los feligreses felguerinos.

En 1965 fue nombrado formador y Prefecto Seminario Menor, a la vez que profesor del Seminario Mayor, donde enseñó la Asignaturas de Introducción a la Filosofía, Lógica y Cosmología. En primero de septiembre de 1970 visitó el Seminario Monseñor Makarakitsa, obispo de la Diócesis de Ntita en Gitega de África Central.

Propuso la formación de una Misión Asturiana en Burundi. Respondieron a la llamada, en una primera respuesta, don Ángel Eladio González Quintana (Yayo) y don Fernando Fueyo, a quienes seguirían don Ángel González, que consiguió la mayor inmersión en la lengua local para la predicación del Evangelio, don José Manuel García y Don Luis Argüelles.

Después de regresar de Burundi estuvo por un tiempo corto Encargado de Trevías. Me contaba un sacerdote que, siendo como era Capellán del Sporting de Gijón, les dijo a sus feligreses de Trevías: “Me tenéis a disposición y podéis llamarme a cualquier hora del día o de la noche, pero, por favor, si es posible, no me llaméis, cuando juegue el Sporting”.

Los últimos 35 años fue párroco de la parroquia de San Nicolás de Bari, del Coto de Gijón, parroquia a la que se entregó con todo corazón, sobre todo en la construcción del templo, uno de los más logrados de Gijón.

Me veo obligado a abreviar, si bien me gustaría, dedicar a Don Fernando páginas y páginas, para trasladar al papel cuanto se me acumula en los labios, brotado del corazón. Descansa en paz, querido hermano, entra en el gozo de tu Señor.

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