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Paco G. Redondo

Claroscuros

Fiestas de verano, más covid y nubarrones económicos

Resurge el verano festivo con ganas y fuerza, tras dos años de restricciones intensas o relativas. En el caso de Gijón han vuelto las fiestas de prao con sus orquestas, entre otras las emblemáticas de Cabueñes o Castiello al inicio de la temporada estival, con la noche de las hogueras cual pistoletazo de salida, si bien en Poniente la falta de orquesta y la luz tenue de las farolas para una ocasión como esta le daba un aire lánguido. Suma y sigue en la primera quincena de julio con el festival de ocio y musical de Metrópoli en la Feria de Muestras, o la clásica Semana Negra en el antiguo Naval Gijón, que además de encuentros literarios mueve atracciones para montarse. Su asignatura pendiente es encontrar unos espacios amplios, cómodos y accesibles donde fijar referencia estable.

Asturias suma 13 fallecidos y 95 nuevas hospitalizaciones por covid en la última semana, lo que significa que está al alza este verano, y no es tan leve como parecían dar por sobreentendido estando casi todos vacunados. La primera premisa para su "gripalización" era la estacionalidad, que remitiera en verano y solo tuviera picos en invierno por el frío, la cual no se cumple. Ahora falta constatar la segunda sobre la prevención, cuánto tiempo son eficaces las vacunas, y a qué sectores de población habría que vacunar anualmente contra gripe y covid. Las mascarillas en interiores se han suprimido, salvo alguna excepción como los centros sanitarios, lo cual es un alivio personal; habrá que analizar cómo incide estar sin ella en determinadas aglomeraciones.

Y junto a estas luces festivas, que además repercuten positivamente en el empleo, tenemos a la vista nubarrones económicos, que contradicen el discurso triunfalista según el cual este 2022 iba a ser un año de recuperación intensa. Entre las causas de esta creciente desaceleración la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin y el petróleo caro, pero también la precipitación en el cambio energético y el aumento de la deuda pública, esos cuatro jinetes nos conducen hacia la tormenta de la inflación, que desincentiva el ahorro y la inversión, y es de hecho un impuesto gravoso (no solo "a los ricos") para el conjunto de la población que sufre una gran pérdida de poder adquisitivo, caída del consumo que a su vez lastrará el crecimiento económico. Hace falta enderezar el rumbo, y eso no se logra con distracciones como cambiar de sitio la tumba de José Antonio.

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