La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ricardo Gayol

La perversión de la OTAN: ¿A dónde va Europa?

Pensábamos que la realidad bélica en Europa suscitaría una amplia movilización diplomática y política destinada a conseguir el alto al fuego lo antes posible pues una paz inestable es mucho mejor que lo que tenemos hoy.

Al celebrarse ahora la cumbre de la OTAN en Madrid, parecía evidente que el tema de la paz en Europa debiera estar en primera línea de debate. Más aún, “algo más pudo hacer la OTAN para evitar la entrada rusa en Ucrania”. Lo decía el Papa Francisco y, aunque se le haya vituperado por ello, es una verdad como un templo. Pero no, ni una palabra de paz, ni un gesto negociador, ni ningún plan para buscar salida al conflicto. Esto es brutal y perverso.

En cambio se hizo patente el cambio de estrategia con Rusia, que pasó de ser un aliado estratégico a un enemigo consumado. Ello acarreaba también la necesidad de armarse hasta los dientes para defender militarmente cualquier incidencia. No basta con enviar armamento a Ucrania, contribuyendo a prolongar la guerra y a una sangría enorme del pueblo ucraniano, sino que habrá que alcanzar el 2% del PIB en gasto militar, por exigencia ineludible de la OTAN. Esta opción no compartida en el gobierno de coalición va a dificultar la aprobación de los Presupuestos Generales de 2023, además de restar un importante montante económico al gasto social, lo que nuestro país no se puede permitir, ya que su retraso en la implantación del estado de bienestar ya ha sido bastante patente.

Ahora bien, lo más relevante de todo ello es la falta de un proyecto europeo autónomo, que defienda los intereses de su ciudadanía, sin esa dependencia sacral de EE UU, que persigue sus propios objetivos, arrastrando a Europa a su juego económico, político y militar. Europa necesita esa libertad, compatible con una relación buena con el imperio, pero capaz de construir una paz con Rusia, que lleve a la cooperación y a una convivencia fructífera. Para ello, lo primero es parar la guerra y abrir cauces de solución a un problema que viene desde 1991, el momento mismo en que Ucrania y Rusia se separaron.

Aquí lo grave es el enfoque/interés que la OTAN tiene para intentar liderar el mundo, desde una perspectiva de dominio de la fuerza. Eso sirve para que los negocios de armamento sean los más lucrativos y para que otros países no puedan desarrollar su propio recorrido. Caso flagrante es el de China, a quien se le considera un rival sistémico, lo que para nada se deriva de la acción del gigante asiático, que mantiene una actitud sumamente respetuosa y cultiva las relaciones económicas con todo el mundo, singularmente con Europa, a pesar de la interferencia yanqui reciente, que trata de obstaculizarla.

Compartir el artículo

stats