Emtusa ha sido, desde que empezó la pandemia, el termómetro de la actividad económica de Gijón, que como es sabido va estrechamente ligada a los desplazamientos de sus vecinos, igual que en cualquier otra parte del orbe. Tras una brusca e inevitable caída inicial, en tiempos del confinamiento, los autobuses urbanos han ido recuperando poco a poco viajeros, pero sin llegar a registrar ni de lejos sus mejores números. Los datos del primer semestre de este año son esperanzadores, aunque dan a entender que la vuelta a las costumbres está siendo mucho más lenta de lo que cabía esperar. Una sensación similar a la de la hostelería, que no le acaba de pillar el tranquillo a este verano, con permanentes altibajos. A estas alturas, ya no hay duda: en el balance final, la Semana Grande será decisiva.