Maxi Rodríguez cuenta con una cualidad reservada a muy pocos pregoneros, honor efímero que, sin embargo, se recuerda de por vida: tiene el éxito asegurado antes incluso de leer el discurso. Su descollante ingenio, su acidez en dosis perfectamente digeribles, su elevado sentido del humor, y aun así accesible al común de los mortales, y su enorme capacidad para transformar lo cotidiano en extraordinario le convierten en el personaje idóneo para anunciar algo desde un balcón. La elección del dramaturgo, actor, articulista en estas páginas y sufrido sportinguista nacido en Ujo (por resumir en pocas palabras su polifacética trayectoria) es garantía de que la Semana Grande comenzará con una necesaria carcajada. Un acierto total.