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Editorial de Gijón

El PSOE de Gijón, ante su responsabilidad

Por la izquierda, César González, Begoña Fernández, Monchu García y Ana González, en una asamblea del PSOE de Gijón. Juan Plaza

Los procesos internos de los partidos para la designación de cargos orgánicos o la proclamación de candidatos a unas elecciones no son solo inevitables sino también deseables, siempre y cuando se ejecuten de acuerdo a unas normas previas claras y, a ser posible, con altos niveles de participación de la militancia. Pero estos movimientos, que a menudo provocan lógicas convulsiones, en ningún caso deben afectar al sano funcionamiento de las instituciones porque eso puede conllevar perjuicios para el conjunto de la ciudadanía. Bajo estas premisas debe observarse el momento que atraviesa el PSOE de Gijón después de que seis afiliados afines a la dirección y que en su mayoría ocuparon responsabilidades en las administraciones autonómica y local hayan solicitado una recogida de firmas para promover unas primarias que permitan elegir un candidato alternativo a la alcaldesa, Ana González, de cara a los comicios municipales de mayo del próximo año. A este grupo le amparan sin ningún género de duda los estatutos socialistas. Pero su legítima aspiración no debería ser convertida por nadie en un obstáculo que contamine los cauces para la acción política en el Ayuntamiento.

Para lo bueno y para lo malo, el PSOE es, con mucha diferencia, el partido que más ha contribuido a moldear la ciudad que hoy conocemos al haber ostentado el poder en la plaza Mayor nada menos que 35 de los 43 años del actual período democrático. A sus dirigentes, o al menos a bastantes de ellos, se les presupone por lo tanto una cierta visión trascendente respecto a sí mismos y a sus cuitas. Cierto es que el proceso en el que se encuentra ahora inmersa la formación es inédito, no sólo en Gijón sino en toda España, porque nunca desde la aprobación de los actuales estatutos se había intentado echar a un regidor por este cauce. Aunque no es menos cierto que los socialistas han vivido en otros momentos profundas crisis (el antecedente de la defenestración del alcalde José Manuel Palacio en favor de la designación de Vicente Álvarez Areces durante una asamblea celebrada en la Universidad Laboral en 1987 es el hito más recordado estos días) y que desde hace un lustro la división en la Casa del Pueblo es exacerbada y no latente o inexistente, como ocurrió en otros tiempos. Este contexto de pugna permanente dentro de la Agrupación Local debe llevar a todas las partes implicadas, en La Argandona y en la Casa Consistorial, a actuar si cabe con una mayor responsabilidad de cara a la sociedad.

Porque lo que el PSOE haga con el PSOE en Gijón es asunto del PSOE. Pero lo que haga durante los meses que restan de mandato e incluso lo que decida respecto a su candidatura son cuestiones que afectan a los 270.000 vecinos de la mayor ciudad de Asturias. Solo quien tenga eso en cuenta afrontará con garantías la encrucijada.

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