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Maribel Lugilde

Anatomía de lo tóxico

El caso de la testigo intimidada de López-Otín, paradigma del engranaje de la violencia

"No es mi hermano", dice Nora de Abel en uno de los momentos cumbre de la laureada película belga "Un pequeño mundo", de Laura Wandel. Abel sí es su hermano, el mayor, el que iba a ser protector en el debut escolar de Nora. Enseguida ella descubre que un grupo de abusones del colegio le tiene como objetivo. Está conmocionada ante tanta crueldad pero él, avergonzado, esperando que su mala racha pase, le ruega silencio. Sin embargo, la violencia acaba salpicando sibilinamente a Nora hasta el punto de que, en un intento desesperado de autoprotección, reniega de su hermano públicamente.

La violencia es un artilugio eficiente, sabe extender sus tentáculos para, entre otros propósitos, aislar al objetivo. Por eso somete a las personas que le rodean a "avisos" interesados, con el fin de que se echen a un lado, o incluso colaboren activamente en el linchamiento. Para no acabar también en el centro de la diana. Primo Levi lo denominaba "zona gris". El golpe definitivo para la víctima: la destruye anímicamente.

Sin embargo, en ocasiones alguien se sale de la zona gris y se implica en defensa del hostigado. Esto desconcierta al abusón, le obliga a ser más explicito en sus avisos. Es lo que le ocurrió a Natalia Vega, colaboradora del investigador Carlos López-Otín, de la que acabamos de conocer su historia, relatada en el dictamen del instructor que ha investigado el caso desde la universidad, y en la carta pública de la propia trabajadora.

Uno de los profesores propuestos para sanción por la campaña de descrédito profesional a Otín, al conocer que Vega testificaría a favor de éste, la citó a un encuentro que tanto instructor como trabajadora consideran "intimidatorio". Ella habla expresivamente de un "abismo". El suelo se mueve a tus pies, estás perdida. Pero ella, contra todo pronóstico, no se desdijo. Son esas heroicidades anónimas que muchos pagan caro, devorados por el mecanismo tóxico.

La experta Mari-France Hirigoyen lo describe magistralmente en "El acoso moral en el trabajo" pero se reproduce en cualquier escenario violento. El de Manuel Montero, ex rector de la universidad del País Vasco, acosado por la violencia etarra, en "El sueño de la libertad"; los padecimientos de Dmitri Shostakóvich con Iósif Stalin magistralmente retratados por Julian Barnes en "El ruido del tiempo". En el depurado engranaje de la destrucción, la táctica del aislamiento.

Tarde reaccionó la Universidad de Oviedo al trance del que ha sobrevivido cambiado, casi renacido Carlos López-Otín. En su ejercicio de exorcismo, eso sí, nos ha regalado textos magníficos, auténtica artesanía de la reconstrucción. Porque, aunque se regocije en el daño causado, no siempre gana del abusón.

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