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Manuel Muruais Cancio

Cuesta entender

Acerca de la situación generada con la recogida de firmas para forzar unas primarias y de sus consecuencias

Siguiendo todos estos días, a través de los medios, el desarrollo del conflicto promovido por un grupo de afiliados socialistas de Gijón, con la recogida de firmas para forzar unas primarias, y a pesar de que casi todo está dicho, una vez más quiero explicar mi posición.

Este grupo de afiliados, amparados en la salvedad que la norma contempla, han puesto en marcha un proceso que a mi juicio no tiene ninguna justificación, y así se desprende del argumentario de sus promotores, que no van más allá de generalizaciones en favor de la democracia y en descalificaciones públicas a nuestra alcaldesa y a su acción de gobierno.

Se refieren a una encuesta hecha, al parecer, en julio, que nos pretenden vender como una debacle, cuando no es tal cosa. Sin contar con que es bien sabido que las encuestas no son dogmas de fe.

Hay que recordarles a estos socialistas que la alcaldesa de Gijón, Ana González, ganó las elecciones primarias para ser candidata, ganó también las elecciones municipales, aumentando sustancialmente el número de concejales obtenidos, después de dos mandatos con resultados no precisamente boyantes, ¿recuerdan?

Por tanto, a mi entender, esta iniciativa ha sido –gane quien gane– un tremendo despropósito, y, por cierto, no mintamos, el único que se da entre todos los ayuntamientos de toda España, en los que el PSOE está gobernando.

Creo, en definitiva, que es impropio y difícilmente admisible el hecho de que nuestra alcaldesa esté siendo sometida a esta moción de censura (no es otra cosa), y que esté siendo denigrada y desprestigiada públicamente. Cuando todo pase poco tendrán de que presumir.

Termino repitiendo que, a dos días de saber los resultados de la recogida de firmas, el daño está hecho, incluido el que supone la profundización en la división interna, justamente aquello con lo que nuestro secretario general, Monchu García, prometía acabar, como tarea prioritaria.

Y, por último, sí, haya paz, la misma que se pidió hace tres años, con escasos resultados, a pesar de las proclamas de ahora.

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