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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Toreo de salón

Especialistas administrativos en autoridades periféricas

Se anunció como la gran cosa, con una general dosis de ilusión, la licitación del proyecto para la obra de las estaciones y el enlace con el tubo de metrotrén. Algún conspicuo advirtió a los ilusionados que miraran en el pliego el plazo de ejecución, cosa que en el anuncio nadie tuvo demasiado interés en contar, pero en menos de horas veinticuatro se supo: dos años y medio. Jarro de agua fría en la comunidad ciudadana y nueva oleada de falta de interés. Otro engaño. El Adif fue un gran especialista en torear a los ayuntamientos y diputaciones cuando no se había segregado de la Renfe; y añadió a sus especialidades a las comunidades autónomas cuando llegó el momento. Tras la segregación, no perdió sus habilidades, al contrario, afiló más las uñas: es un lugar plagado de ingenieros y abogados, que hacen una combinación terrible ante cualquier peticionario o demandante. Para llevar a cabo sus propósitos, son capaces de las mayores suavidades y sutilezas o de los tratos más bruscos y despiadados. El otro día le dieron unos sopapos dialécticos con público y fotógrafos a la alcaldesa de San Andrés del Rabanedo, municipio pegadito a León, a costa de un puente y se quedaron tan pichis. Y ahí salió la pobre alcaldesa con cara de circunstancias en la prensa leonesa y asturiana.

A Cascos, siendo ministro de la cosa, no les quedó más remedio que permitirle hacer el tubo del metrotrén, pero tras su cese, se paró la obra y ahí está el conocido como túnel de la risa, culebreando bajo la ciudad consumiendo unos nada desdeñables recursos para su mantenimiento sin utilidad alguna. Si desde las guaridas y covachas del Adif pudieron con una bestia administrativa como Cascos Fernández, imaginémonos con gestores normales, educados y que no riñen ni amenazan.

Y mientras estos inconvenientes avanzan implacables, consumiendo tiempo, los socialistas de la localidad persisten inmersos en su proceso de primarias para dirimir si nos proponen a los electores al gran Floro, que se nos presenta rodeado de gente normal, pero muy capaz, o a la burócrata Ana Puerto, que nos llega con el habitual acompañamiento socialminero y esta vez con una pequeña corte de irreductibles comadres de lengua suelta y pobres ideas: una variedad en estos comicios provocada por el auge de las redes sociales.

Los seleccionadores que se fijaron en Luis Manuel Flórez como posible candidato a la Alcaldía no saben lo bien que lo hicieron al elegirle para ser presentado ante el electorado. Los podrá haber iguales, pero no mejores: reúne la características de lo que se reclama en un candidato y este es de esos que conocen a la gente y empatiza con ella.

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