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Ramón Gallego

Cambio de paradigma

Monchu García y los miembros de la ejecutiva de Gijón están sufriendo el escarnio del hereje

El físico Thomas Kuhn dedicó bastante tiempo a estudiar la historia de la ciencia y advirtió que esta solo avanza cuando acontece una revolución. En su obra ya clásica, "La estructura de las revoluciones científicas", Kuhn nos desvela que, en cualquier época, la actividad científica es ejercida por una comunidad de especialistas que comparten un mismo paradigma (unos valores, conceptos y métodos comunes) con el que dan solución a los problemas. Pero, con el transcurso del tiempo, surgen enigmas que no pueden ser resueltos desde un paradigma que se va volviendo, poco a poco, caduco. El desasosiego invade a una comunidad en crisis mientras un grupo se hace consciente de que lo que sucede requiere un cambio de paradigma, un cambio radical de estilos, conceptos y métodos, esto es, una revolución. Los revolucionarios verán el mundo de un modo inédito e incomparable con el antiguo, y formarán una comunidad nueva, que sustituirá a la antigua conforme los componentes de esta última no sean capaces de aportar respuestas a los nuevos problemas.

En la agrupación de Gijón está sucediendo un proceso similar. La antigua ejecutiva y su alcaldía, ahora en funciones, no fueron capaces de solucionar los problemas de unos ciudadanos de Gijón que se sentían cada vez más distantes del proyecto socialista. La comunidad de militantes entró en crisis y el desasosiego invadió la Casa del Pueblo. Pero, Monchu García, convencido de que las cosas se podían hacer de otra manera lideró una revolución que tuvo tres hitos.

El primer hito fue ganar las elecciones a la secretaria general en una lucha desigual y partidista. Las dificultades a las que tuvo que enfrentarse fueron hercúleas: la ejecutiva anterior no puso a su disposición ningún medio para hacer llegar su proyecto de partido y de ciudad a la militancia, desde le FSA le llamaron en varias ocasiones para que no se presentase, el día de las elecciones el Secretario General de la FSA no fue "escrupulosamente neutral" y pidió el voto para la otra candidatura, y un etcétera que quedaría por concretar.

El segundo hito consistió en movilizar a la militancia para convocar primarias frente a la contra revolución dirigida desde el aparato del partido. 700 firmas se consiguieron a pesar de los muertos, las bajas, las amenazas, las retractaciones, las tergiversaciones, las solicitudes de dimisión y las innovadoras resoluciones de la comisión de ética.

Y el tercer y definitivo hito lo estamos viviendo ahora: La FSA se negó a aceptar una solución nueva para los nuevos problemas. La ejecutiva socialista de Gijón consultó con las asociaciones e instituciones de la villa de Jovellanos, con los promotores de las primarias y con la militancia para encontrar un candidato que representase, a la vez, un nuevo paradigma de partido y una respuesta al problema de desconexión del Ayuntamiento con su ciudad. Y, quizás, inspirándose en la pacífica, esperanzadora y alegre revolución portuguesa del 25 de abril, Floro dio un paso al frente convirtiéndose en nuestro clavel.

Lo cierto es que el consenso que esgrime la FSA nunca existió, a no ser que en Oviedo entiendan por "consensuar" obedecer ciegamente; y, aunque el mismo Adrián Barbón llamó hace unos años a Floro para que liderase el proyecto socialista, en esta ocasión, lo rechazó, quizás porque no había sido él quien ahora había marcado el teléfono.

En toda revolución surgen dos tipos de hombres: los que se adhieren a lo establecido, los dogmáticos, y los que abren nuevos caminos poniéndose en el punto de mira de quienes alimentan el statu quo, los herejes. La valentía del hereje es un faro que ilumina a los hombres y a las mujeres que aún están dispuestos a generar una nueva forma de ver el mundo y de relacionarse con él. Giordano Bruno contempló un universo que se extendía más allá del sistema solar y, claro está, fue tratado como un "hereje obstinado y pertinaz". Ante sus inquisidores, Bruno asumió la sentencia con unas palabras que siguen resonando en lo más profundo del alma de todo librepensador: "Hay más miedo en vosotros al pronunciar la sentencia que en mí al recibirla".

Monchu y los miembros de la ejecutiva de Gijón está sufriendo el escarnio del hereje tanto en redes sociales como en la prensa. Todos aquellos que insultan olvidan que los herejes de hoy son los santos del mañana. También olvidan lo que nos enseñó Thomas Kuhn al final de su obra: solo avanzamos cuando se produce un cambio de paradigma.

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