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Jesús del Campo

Modos y sustancias

Una reflexión sobre la profesión política

El presidente de Asturias ve barullos en la cercanía y el de España se postula para presidir la Internacional Socialista. Las dos noticias son tan chocantes que se podrían intercambiar los sujetos y quedarían igual de bien. Respecto a los barullos: los partidos políticos son entes vivos que buscan el entorno más favorable para crecer y multiplicarse. Cuando intuyen un peligro, lo corrigen. Puede que el bienestar de los ciudadanos no les quite el sueño- la percepción colectiva irá sin duda por ese camino en el futuro: el medro personal de los políticos hará poco creíble su discurso y abaratará el diálogo democrático más básico- pero el peligro de las siglas sí lo intuyen bien. Y la coincidencia de sus intereses con los nuestros es una bendición. En cualquier caso, bien está lo que bien empieza. Por mucho que Barbón se alborote, es esperanzador que un grupo de socialistas de Gijón haya emprendido la elemental tarea de cambiar lo peor por lo menos malo. Los modales bruscos, en política y en todo, deben tener una respuesta. Y cuando alguien con poder se muestra proclive a practicarlos, los que no tienen poder sólo pueden tomarle la matrícula y pensar que ya llegarán las urnas.

Pronto se cumplirá el 40.º aniversario de la victoria del PSOE en el 82. Será entretenidísimo ver a Sánchez ataviarse con ropajes socialdemócratas y decir que también él tiene sentido de Estado. Algo raro está pasando en los cimientos de la IS si se les pasa por la cabeza tener a Sánchez por aceptable: el viejo decoro luterano ha logrado hasta ahora mantenerse a salvo del virus que da predominio a la charlatanería sobre la sustancia. Poner a Sánchez al timón representaría eso exactamente; significaría prescindir de los principios que hicieron al PSOE fuerte cuando lo fue. No volverá a serlo en mucho tiempo, ciertamente, y está por ver qué malabarismos hará Ferraz para seguir colegueando con las fuerzas de la moción de censura (¿socialdemócratas todos?) para seguir en el alambre. La política es una profesión muy interesante, pero no sería un disparate exigirle cierta formación y cierta coherencia a quien la practica. El embajador de Chile en España, por cierto, que es amigo personal de su presidente pero no tiene formación diplomática, salió en redes comiéndose un crustáceo. Contrasta esa informalidad tan simpática con el solemne enfado de Boric ante lo que él llamó un retraso inaceptable del rey de España en su toma de posesión. En fin, que son profesionales y no lo pueden remediar: les encanta lo que hacen, les gusta lucirse y hablan por el manual. Lo del barullo, qué gracioso. Lo de la IS, qué alarmante.

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