El proceso para la aprobación de los impuestos y tasas municipales del próximo año ha empezado sin mucha fuerza por parte del gobierno local, como si anunciara severas dificultades para sacar adelante los próximos presupuestos municipales en un contexto preelectoral. Varios son los síntomas de esta aparente y preocupante desidia: el equipo formado por el PSOE e Izquierda Unida aún no ha abierto un cauce fluido de negociaciones con el resto de partidos para esas ordenanzas fiscales a pesar de que restan días para su votación en el Pleno; y ha incluido el asunto en una sesión ordinaria y no monográfica, como en otras ocasiones. La unidad de toda la oposición en la última reunión de la Comisión de Hacienda para tratar de volcar los cambios anunciados en la tarjeta de la ORA (que exonera del pago a los coches con etiqueta ambiental y sube la cuantía para el resto) y los incrementos en la factura del agua en un 5 por ciento y de la basura en un 30 no parece un buen precedente de cara a un pacto tributario que abra las puertas a unas nuevas cuentas. Una prórroga de las actuales sería un mal escenario ante un periodo cargado de incertidumbres por las diversas crisis en curso.

La inmensa mayoría de los analistas coinciden en que este otoño y el próximo invierno estarán marcados por problemas relacionados con un aumento de los precios debido a diversos factores, entre ellos, las consecuencias económicas y energéticas de la invasión rusa de Ucrania. Unos vaivenes que tendrán un impacto directo en el día a día de los ciudadanos y también de las administraciones, de ahí la importancia de contar con unos presupuestos ajustados a una realidad profundamente cambiante. A nivel nacional, el Gobierno de Pedro Sánchez prevé sacar adelante sus números apoyándose en sus socios habituales en base al proyecto presentado hace más de una semana (nefasto para los intereses de Gijón). Y, en el Principado, el Ejecutivo de Adrián Barbón tiene también al alcance de su mano salvar sus cuentas porque tanto Izquierda Unida como el exdiputado de Ciudadanos han mostrado públicamente su entera predisposición a lograr una entente (las posibilidades de sumar a otras formaciones son menores, pero no inexistentes). Son dos muestras claras de que los apretones de mano son posibles aunque las urnas estén a la vuelta de la esquina.

Mucho menos nítido es el escenario gijonés. Ciudadanos y Podemos-Equo vuelven a emerger un año más como los principales candidatos a sellar una alianza con el gobierno local, pero su posición inicial sobre las ordenanzas fiscales (al fin y al cabo, los ingresos de cualquier presupuesto) no es precisamente favorable. El equipo de Ana González tendrá, por lo tanto, que esmerarse en la negociación, aun sabiendo que la estancia de la Alcaldesa en la plaza Mayor tiene ya fecha de caducidad. Esa coyuntura y los próximos comicios municipales no deben ser excusa en detrimento de los intereses generales de la ciudad.