El plan para retirar los lodos que han convertido en ciénagas los estanques del parque Isabel la Católica echa al fin a andar, aunque sin demasiada prisa. Tras dos intentos frustrados de lograr fondos europeos para acometer la mejora, el coste recaerá sobre las arcas de la EMA, que como todas las empresas municipales no atraviesa un momento financiero boyante, aunque las hay bastante peor. Será un millón de euros para devolver a la vida un humedal que tiene triple valor para la ciudad: medioambiental, ornamental y sentimental. Como los tiempos de la burocracia son inescrutables y el pliego de la licitación dice que los trabajos tendrán que parar para respetar el período de cría de las aves (cada especie tiene el suyo), queda claro que la espera para ver las aguas transparentes será larga.
