Es un clásico de tiempos preelectorales que los ayuntamientos ejecuten deprisa y corriendo obras de mejora en las calles llenas de baches para dar sensación de eficiencia a los ciudadanos, rebajados a la categoría de potenciales votantes a ojos de cualquier político cuando se acercan las urnas. Y bienvenido sea este afán de mejora por urgencias demoscópicas que solo posibilitan los sistemas democráticos. Dicho esto, no está claro que el millón de euros que la concejalía de Obras Públicas va a destinar a asfaltar y ensanchar aceras por las cuatro esquinas de Gijón tenga en esta ocasión una motivación que trasciende el mero y necesario mantenimiento del espacio público, porque la Alcaldesa no repetirá como candidata ni tampoco estarán en la lista muchos de sus concejales. Quizás la tradición pese más que la conveniencia.
