Pocos lenguajes musicales encuentran tantos puntos en común como el barroco y el jazz. Los desarrollos temáticos, las variaciones, las improvisaciones forman parte esencial de ambos universos y permiten diálogos tan fructíferos como el que Moisés P. Sánchez establece con Bach en su visión de las "Invenciones" del compositor alemán. Pudimos comprobarlo el pasado jueves, en el concierto que abría una nueva edición de "Gijón Jazz" y que contó con la colaboración de la Sociedad Filarmónica.
El recital fue un viaje por todo tipo de tempos y climas musicales. Los pasajes suspendidos sobre notas pedales alternaban con los implacables "perpetum mobile" y, ante todo, lo que mandaba era la melodía cantábile, que transitaba del piano al contrabajo en una dinámica de ida y vuelta que siempre implicaba transformaciones. Hubo aires de bulería, momentos hot y pasajes minimalistas, todo desde el conocimiento profundo y el respeto por la obra de Bach.
Los músicos pudieron desarrollar los motivos con libertad; apostaron por una tímbrica nutrida y una percusión que siempre aportó originalidad sin perder la coherencia. Entre lo más llamativo, quizás las variaciones de una de las invenciones a la kalimba, que estableció un interesante diálogo disonante con el piano. La propuesta fue muy aplaudida por el numeroso público que se congregó en el teatro Jovellanos. Sin duda, fue un acierto para abrir el festival.
