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Iván Pérez del Río

De Bruselas a la casa de los líos

La designación de Diego Canga como candidato del PP en Asturias

Parece que en Génova ha habido fumata blanca en la designación del candidato del PP asturiano. En tromba, como viene siendo habitual en estos casos, una serie de líderes regionales se han apresurado en verbalizar las múltiples capacidades y virtudes del recién nombrado: "Es el candidato perfecto". Todo bien alto, para que en el panóptico de Génova quede muy bien reflejado el repliegue a la voluntad de la séptima planta.

Todas estas declaraciones y este torbellino de efusividad se puede traducir en que es el candidato perfecto en la medida en que no es el candidato "de los otros". Por tanto, desde el PP asturiano, nunca se buscó "al mejor", cada grupo optaba por el suyo, incluso algún grupo dispuesto a la "guerra" en caso de haber optado por el del bando contrario.

No cabe ninguna duda que Diego Canga reúne condiciones sobradas para decir de él que es un gran profesional, que tiene un currículo y una trayectoria brillantes. A sus espaldas tiene más de 30 años de experiencia como alto funcionario en la pesada burocracia europea y ahí, en ese contexto, ha ido desempeñando cargos de máxima responsabilidad. Dicen que siempre ha mirado y ha tenido el alma en Asturias, por tanto, es conocedor de los problemas y retos de nuestra tierra.

Aunque todo lo anterior puede ser cierto, no hay que olvidarse de un detalle muy importante. No es lo mismo mirar y sentir Asturias desde la tierra misma que desde un despacho en Bruselas. Los retos y las soluciones se ven de manera muy distinta. Seguramente Diego sea el ministro o el consejero perfecto, pero dudo de que sea el mejor candidato para aspirar a la presidencia del Principado de Asturias con un partido como el PP asturiano. ¿Es consciente del enjambre en el que se mete? Queda por ver el equipo que le acompañará. Puede ser una prolongación del actual grupo parlamentario, que actúe a modo de palmeros ante el "gran candidato"; o puede que le dejen manos libres para traerse a todos sus compatriotas exiliados de "Compromiso Asturias XXI", destruyéndose de ese modo lo poco queda de PP.

Por mucha autoestima que tenga el recién nombrado "no me voy de Bruselas para quedar segundo", la realidad es que no hay alternativa a Adrián Barbón. Volverá a ganar el PSOE porque lo está haciendo bien, porque tiene un proyecto para Asturias consolidado mientras el resto aún tiene que construirlo y dialogar con los múltiples egos (ahora se suma uno más). Lo totalmente seguro es que el de Bruselas, de segundo, no va a permanecer. Después de las elecciones cogerá el primer avión.

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