Tormenta de ideas

Brillante

Pese a estas fechas de ahorro, Gijón está más iluminada que nunca

Isabel Menéndez Benavente

Isabel Menéndez Benavente

No me pregunten por qué, pero siempre me ha llamado la atención la luz. Las luces. Me quedaba mirando con mis hijos cuando bajaba la Providencia cómo estaba Gijón iluminado y me parecía algo maravilloso. De hecho, tengo un cuadro en casa que me recuerda esas luces que veía con mis niños desde el coche. Me gustaba más casi que un buen paisaje. Sí, soy como una urraca... Todo lo que brilla, incluidos, cómo no, los brillantes, cagoentó. Así que cuando llegan las Navidades me vuelvo totalmente loca poniendo luces y luces para que mi casa brille. Y brilla. Aunque tengo que involucrar a mucha gente a la que no le gusta tanto adornar, probablemente ni siquiera les entusiasma la propia Navidad, porque una ya no está para subirse a una escalera, con una rodilla para tirar y un hombro ídem. Ahora mismo estoy con antibióticos, neumonías, bronquitis (consecuencia lógica de años de mascarilla)...

Así que me cuesta trabajo hasta poner adornos. Sé que puede ser una horterada, alguno de mis hijos me lo dice sin el más mínimo recato, pero tengo dos nietas que abren unos ojos en los que esas luces (que tanto me cuesta organizar, guardar, sacar y colocar) se reflejan y hace que mi alma, se lo juro, se ilumine también. No tenía muchas ganas, la verdad, estoy muy muy cansada, desbordada por mi trabajo y por la vida en general, pero es una vida que ellas me devuelven cada vez que llegan y ven mi casa como si fuera la de Papá Noel… También es verdad que querría tenerlo todo hecho y lo cierto es que cada vez tardo más en adornarlo todo porque mi vida está llena de imprevistos y de sustos. Así que mi casa seguirá brillando aunque tenga que contratar a un propio para que disponga todas los cientos de luces que voy acumulando con los años.

Ayer no pude subir evidentemente al árbol a colocarlas, porque no puedo, y allí estaban mi hijo y la madre de mis nietas, y de momento tengo el árbol, ese que tanto me gusta mirar por las noches, en esas noches, como el nacimiento que aún no he colocado y es el centro de estos días. Y nada, que cada año compro más y más luces. Por eso Gijón me ha encantado. No salgo mucho, pero cuando lo hice y salí quedé francamente admirada. Gijón está más iluminado que nunca y yo estoy encantada... Aunque la verdad es que me llama la atención que, precisamente en fechas de ahorro, que tenemos que pasar hasta frío en casa para no poner una estufa, se tire la casa por la ventana. Supongo y espero que no haya sido la traca final de la Alcaldesa para que nos quede un buen recuerdo. Pero sea lo que sea, al César lo que es del César. Gijón está absolutamente brillante.

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