Introducción a la "objetología"

Historias impregnadas en las cosas que nos rodean y personas dispuestas a hacerlas hablar

Maribel Lugilde

Maribel Lugilde

Uno de los recursos para familiares de personas con alzhéimer es la creación de las llamadas "cajas de la memoria" con objetos que tengan carga emocional, biográfica del enfermo. Al abrirlas, esas pequeñas cosas que habitualmente han sido compañeras de la vida cotidiana, le hacen evocar instantes, lugares, personas. Así los anclan en su mente frente a la inminente tormenta del olvido.

Precisamente el famoso arte sueco del "döstadning", para ordenar la casa y tenerla lista como si fuéramos a desaparecer mañana, habla también de identificar una caja de objetos especiales, bien para que los familiares la conserven o bien para que la destruyan sin mirar. Los canales top de influencers del orden hablan de esta práctica y, en general, de lo recomendable del minimalismo material: desprenderse de lo que sobra, los objetos que generan ruido vital, y retener lo que nos identifica.

Las cosas que nos rodean se van cargando de nuestras propias vidas y, cuando se quedan huérfanas de nosotros, pierden su significado. Nos resistimos a imaginarlo pero, si reconocemos que la mayoría nos sobrevivirán, sentiremos congoja con respecto a qué será de ellas, quién sabrá "leer" su mensaje.

Estos días ha visitado Gijón la mexicana Shaday Larios, objetóloga –sí, lo que leen– y codirectora de la compañía de teatro "Oligor y Microscopía" junto con el navarro Jomi Oligor. Ambos practican el teatro de objetos, que descubre o construye historias a partir de esas cosas huérfanas en busca de ser redescubiertas. Salen a su encuentro en rastros, tiendas de segunda mano, desvanes... También esas cajas hechas por o para familiares.

"La melancolía del turista" es la obra que les ha traído al teatro Jovellanos, donde habían estado anteriormente con "La máquina de la soledad", un montaje alrededor de una maleta repleta de cartas comprada en un rastrillo. Esta vez redescubren La Habana y Acapulco, sus lugares y personajes, a través del rastro que los turistas dejamos atrás: fotos, postales, folletos, mapas...

Pero, además, Larios ha fundado la denominada agencia "El solar" que investiga "casos" a través de objetos. Así, revisita el pasado de espacios, barrios, ciudades, a través de cosas que introducen a historias personales de quienes habitaron allí. En su último libro de investigaciones, "Detectives de objetos", sorprende, por ejemplo, el caso de una alemana que recuperó en un mercadillo uno de los libros que leyó en las cárceles de la RDA, con los subrayados que, a falta de lápiz, hacía con las uñas.

Les propongo que nos hagamos objetólogos, al menos amateurs. Que dignifiquemos, reutilicemos, respetemos nuestros objetos y los de otros. Y que, a ratos, probemos a escuchar las historias que contienen.

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