Navarra ya no es Navarra

La política en la comunidad foral

Raúl Suevos

Raúl Suevos

Hacía ayer frío en Pamplona, nada que no correspondiese al mes de diciembre, pero, con eso del cambio climático, lo que antes era normal ahora parece una invasión polar. Todo va cambiando, quizás demasiado rápido, y los mamíferos bípedos que pululan por el país también lo notan, lo sufren, lo asumen, y actúan en consecuencia.

El clima político de Navarra hace ya mucho tiempo que empezó su evolución, y el de hoy nada tiene que ver con el de hace unos años. Poco queda de lo que representaba el viejo reino. Ni siquiera los sanfermines, que hoy son pura mercadotecnia y economía. Ni tampoco la Ribera, histórico eslabón de la cultura del Ebro que llegó a contar con el "tercer rey de España" en los tiempos de Musa Ibn Musa, y que hoy es pasto de las ikastolas vascuences con su inherente proceso de aculturación desde la infancia. Ye lo que hay.

Ayer hacía frio en la antigua Pompaelo. Convocaba la asociación de víctimas del terrorismo de Navarra, casualmente en el 35º aniversario del atentado al cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, aún hoy esperando que el mandante, Ternera, sea puesto a disposición de la Justicia. Convocaba para mostrar su rechazo a la "expulsión" de la Guardia Civil de Tráfico de la foral Navarra, y respondieron tantas organizaciones y partidos que cabía esperar falta de espacio. Pero no.

Unos cuantos centenares, quizás mil, no había más allí. Y ello pese a la presencia de casi todos los líderes del arco conservador navarro y nacional. Ni por esas. Navarra ya no es Navarra; es un apéndice del País Vasco; la vieja aspiración de los líderes independentistas herederos del racista Sabino Arana. Por eso ayer podía apreciarse un sentimiento de decepción al percibir que del viejo reino queda ya muy poco. Y aún menos quedará.

No puedo imaginar una solución. Nuestro sistema electoral nos hace cautivos de esos votos independentistas, mucho más concentrados y rentables que en el resto de España, y para modificar la situación habría que cambiar el Sistema electoral; algo, viendo cómo se las gastan los dos grandes partidos nacionales, inimaginable actualmente.

Ese cambio legal, a mí me parece imprescindible si queremos mantener la esperanza de una nación española. Con un sistema electoral mixto, a la alemana, se acabarían los chantajes al partido del gobierno. Esos chantajes que hoy parecen arrastrarnos hacia un precipicio del que, me temo, ni Europa podría librarnos.

Con ese cambio quizás Navarra podría llegar a ser consciente de que no son hermanos de los vascos, tan etnicistas ellos, que sus halogrupos del ADN mitocondrial son diferentes de los bereberes, que ellos ya estaban en esas tierras cuando los vascones, desertores de las tropas de Aníbal, pasaron camino del País vasco.

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