La Navidad en Gijón tiene un final, el Día de Reyes, y dos principios: el encendido de las luces, para alegrar el ánimo del paseante y del comprador; y el pregón organizado por la Asociación Belenista, para reflexionar sobre el significado original de las fiestas. El honor en San Pedro le correspondió ayer a Ignacio García-Arango, que dio un discurso como mandan los cánones, lleno de guiños costumbristas y con la vista puesta en los nacimientos de su infancia, los que realmente se recuerdan de por vida. El presidente del Foro Jovellanos se convirtió además, sin pretenderlo, en el primer anunciador que se sube al altar de la iglesia mayor desde que el belenismo fue declarado por el Gobierno patrimonio cultural inmaterial. En la ciudad, esta tradición tiene sobrados guardianes y una notable pujanza.
