Nuevas epístolas a "Bilbo"

Liderazgos mesiánicos

Sobre los falsos salvadores

José Manuel Sariego

José Manuel Sariego

Parece que el mundo se nos llena de mesías, "Bilbo", de falsos salvadores que se erigen en mandatarios omnipotentes, practicantes de un indisimulado desprecio a la democracia formal con el argumento básico de que los sistemas democráticos están manipulados por unas élites invisibles, siempre contrarias a los intereses de sus respectivas naciones, en todos los casos adobado con una especie de nostalgia imperial y una supuesta conexión directa con el pueblo. Te pondré algunos ejemplos: Trump predicaba la vuelta de Estados Unidos a la grandeza perdida. El gerontócrata rancio Xi Jinping apela, descarado, al rejuvenecimiento de China. Modi pretende resarcir a la India de los daños causados por los británicos y hasta por el Imperio Mongol. Orbán postula el resurgimiento nacional de Hungría. Putin, si nadie lo remedia, no dudará en pulsar el botón nuclear en su afán por recomponer el imperio soviético. Boris Jhonson decidió suspender el Parlamento del Reino Unido para sacar adelante el Brexit.

Algunos politólogos esgrimen la teoría de los ciclos a la hora de explicar este nefasto fenómeno: a los treinta años gloriosos de crecimiento tras la II Guerra Mundial siguieron otros treinta de neoliberalismo y caída del comunismo. Toca ahora, según ellos, la era del autócrata, del tirano. Sostienen que con la crisis financiera de 2008 se extiende la percepción de que las democracias habían fallado: mayor inestabilidad financiera, creciente desigualdad, aumento de la debilidad de los sistemas de salud y de pensiones y esa sensación de que el sistema global está en manos de las élites, lo que provocaría el nacimiento de los populismos de izquierdas y de derechas. La situación se agrava si observamos que todas las encuestas indican que los jóvenes, no solo de Occidente, son el segmento de la población que más ha perdido la fe en la democracia (suele estimarse que apenas un 20% de los menores de 24 años cree en su buen funcionamiento): no pueden acceder a la compra de vivienda, los títulos, grados y másteres que atesoran no les facilitan el empleo apropiado, no encuentran las oportunidades de progreso que demandan. Y no es casualidad que la era de las redes sociales coincida con la de los líderes autoritarios, dicho sea de paso.

Los analistas señalan que la polarización actual no reside en el binomio izquierda-derecha, sino en el conflicto entre nacionalización-globalización. Hoy nos movemos, dicen, hacia la política de identidad, donde la clase no es lo que más polariza, sino las cuestiones sobre la raza, la inmigración, el aborto o los derechos de la homosexualidad, por resumir.

Ladra, "Bilbo", rebélate contra los demagogos mesiánicos que blanden el mantra trinitario de dios, patria y familia como mágica y falaz solución.

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