Es difícil contemplar el registro de nacimientos del Hospital de Cabueñes del pasado año sin esbozar una pequeña sonrisa. El ligero repunte de partos pone fin a una caída en picado de más de una década que refleja las enormes dificultades que ofrece Gijón, en particular, y Asturias, en general, para la conciliación laboral y familiar, al margen del radical cambio del modo de vida que se ha producido en las últimas décadas en todo el hemisferio occidental. Como es de sobra conocido, la aprobación de ayudas a cuentagotas y por impulsos, el lento desarrollo de las necesarias infraestructuras públicas y un modelo productivo incapaz de dinamizar de verdad el mercado de trabajo están detrás del declive. Conviene recordarlo ahora, a las puertas de unas elecciones y sabiendo que el oasis demográfico de 2022 posiblemente acabe en espejismo.
