Palabras con silencios

La verdad en minúscula de Gäsnswein

Javier Gómez Cuesta

Javier Gómez Cuesta

Este jueves acaba salir el libro tan anunciado del secretario particular y singular del papa Benedicto XVI que acaba morir. Mucha prisa en sacarlo a luz y con un título provocativo: “Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI”. No pienso leerlo. Por los adelantos que voy encontrando en periódicos y revistas, me parece superficial. Es más, creo que no le hace ningún favor al papa emérito. Está entorpeciendo otros comentarios sobre el gran intelectual alemán. Prefiero gastar ese tiempo en leer algunas de las páginas brillantes del gran teólogo de nuestro tiempo Joseph Ratzinger que, entresacadas de sus numerosos escritos, se publican en otro libro reciente, “Dios siempre nuevo”, que prologa Francisco. Allí dice que “Benedicto XVI hizo teología de rodillas”, como la hicieron los grandes teólogos, como San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomás… Es la postura y actitud para entrar en el misterio de Dios.

Llama la atención el que una persona tan seria, aunque sencilla, tan dedicada a misiones importantes, haya elegido un secretario que repetidas veces dio lugar a comentarios discordantes. Digo esto haciéndome eco de los que yo oía comentar por Roma.

Por los adelantos, me da la impresión de que el libro es más bien sobre él y su frustración de llegar más arriba, la tentación de todo curial, que de engrandecer a Benedicto. La situación más “sensacionalista” es la de la publicación del libro del cardenal africano Robert Sarah, “Desde lo profundo de nuestros corazones”, muy crítico con la posible ordenación de los “viri probati” (casados sacerdotes), tema tratado en el sínodo de la Amazonía y la abolición del celibato, al que pretendió sumar como coautor al emérito Benedicto, de la que es difícil salvar la colaboración de Gäsnswein en el desafuero. Según cuenta él, el mismo papa Francisco le apartó del ejercicio de la misión de Prefecto de la Casa Pontificia manteniéndole el nombramiento.

Andar sacando estos chismes es poco evangélico. Todo parece un despecho. Esa “verdad” es muy subjetiva y personal. Las informaciones serias afirman que entre Ratzinger y Benedicto hubo una muy buena relación. Escritos como el del secretario alemán distorsionan y sirven para mantener esos fantasmas que quieren ver algunos en el Vaticano. Me queda el temor que el que más dañado sale es Benedicto. Francisco quiere ser transparente y habla siempre con naturalidad, que a algunos no gusta. Prefieren un papa más divino.

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