Varadero de Fomento

Pirólisis

Un proceso industrial en medio de la batalla electoral del Oeste

Alejandro Ortea

Alejandro Ortea

En este tiempo de la información opinada, que no de la opinión informada, toca en nuestra villa marinera hablar de la pirólisis. Lo anterior que escuchamos de esta técnica se la escuchamos a Carlos Arguiñano hace unos cuantos años en la tele: nos cantaba en un spot televisivo las excelencias de un horno de cocina pirolítico que se limpiaba prácticamente solo. Lo de ahora es un proceso industrial consistente en convertir plásticos residuales en otros productos y, según sus promotores, sin un proceso de combustión al no utilizarse en él un elemento esencial para dicho fenómeno: el oxígeno, lo que eliminaría los peligros de la contaminación ambiental. La instalación iría ubicada en el puerto de El Musel y, a pesar de que no se conoce el estudio de impacto ambiental, ya han salido detractores entre los lenguaraces habituales, esos colectivos ambientalistas formados cada uno por no más de media docena de diletantes y las omnipresentes asociaciones de vecinos que se apuntan a un bombardeo con su, concedamos, docena de integrantes por sigla. Con estos contradictores, la cuestión se ha dejado deslizar por la pendiente de los asuntos electorales. ¿Y eso? Extraña que alguien, en el uso libérrimo de los temas a elegir para su campaña, se meta en semejante barrizal y sin los suficientes conocimientos técnicos o científicos para ello. La razón estriba en que las supuestas afecciones lo serían en la zona Oeste. ¡Ah, la zona Oeste! Un núcleo urbano convertido en escenario de una encarnizada batalla electoral entre derechonas e izquierdas y de estas entre sí.

Es cosa común entre los directivos portuarios que cuando la ciudad acaba rodeando un puerto, este está perdido: de una fuente de riqueza, pasa a convertirse en una molestia ciudadana. Es muy molesto y hasta indignante que en cuanto nuestra Autoridad Portuaria anuncia la implementación de cualquier nueva instalación o novedad, surgen inmediatamente grupitos de incordiantes con sus pegas y que, a pesar de sus graves carencias de conocimiento, hablan y no paran acerca de la inconveniencia de la novedad. Además, suelen ser siempre prácticamente los mismos.

Ya hay varias formaciones políticas que se han atrevido a opinar sobre el asunto sin, ya decimos, el sustento de los necesarios informes técnicos. El Gobierno del Principado, más prudente, se limita a esperar por el imprescindible estudio de impacto ambiental y echar cuentas de las ventajas económicas de la pretendida instalación tanto para el puerto como para la sociedad en su conjunto, así como, de resultar aceptable, el avance que significaría para una eliminación aceptable de los residuos plásticos. Una postura prudente que debería ser tomada en cuenta por los abundantes candidatos locales que ya han lanzado sus campanas al vuelo para pasmo del común.

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