Un golpe de mar

En tributo al poeta David González

Carmen Nuevo Fernández

Carmen Nuevo Fernández

Desearía escribir estas líneas con serenidad, con la entereza e imperturbabilidad que a veces podemos encontrar tras la tormenta, la catástrofe o la desgracia, tras esa tensión y rabia inicial que los espíritus salvajes albergan cuando se sienten absorbidos o son testigos de un devenir injusto y hostil.

Créeme, David, he esperado más de un mes para referirme a tu pérdida que duele más que la sangre reseca sobre los nudillos o que el insomnio de un preso en la oscuridad; pero no voy a engañarte, por el momento solo percibo disgusto y ni un ápice de calma.

Eso es lo que siento mientras camino a media mañana por las calles y llego al paseo de la playa y solo me consuela un golpe de mar. Un golpe de mar violento contra las rocas y los muros, un golpe de mar fiero que aún me habla de ti.

Se puede decir que la poesía nos unió hace muchos años y, aunque nuestras vidas y registros poéticos fuesen bastante distintos, siempre tuvimos en común la actitud, el gesto, el concebir la poesía como un espacio de libertad que aportaba dignidad o, al menos, que no la sustraía. Muchas veces conversamos largamente sobre ello en varios lugares y, por supuesto, también en "Cimata", donde los últimos veranos solíamos grabar aquellos vídeos poéticos e insurgentes, siempre a nuestro modo, que luego enviábamos a Latinoamérica...

Y ¿ahora qué, querido amigo? Ahora lo que tantas veces hablamos que pasaría...

Así son las cosas, pero a pesar de los intentos de disfrazar tu poesía de alfombra roja en un redil, muchos y muchas la percibimos auténtica y real como las sábanas al aire en los tendales de tu barrio, como el grito de Jesús Bonilla, que ha demostrado ser uno de tus mejores amigos, y como este golpe de mar que ahora, me llega y me salpica la cara, y ¿sabes qué?, que ya no quiero sentir serenidad, solo quiero percibir tu espíritu como un paraguas roto tras una conmoción necesaria, y tu risa mientras enciendes otro cigarrillo entre cerveza y cerveza, otro día, otra tarde, otra noche más...

Por cierto, Juan Carlos Mantilla desde Málaga me ha dicho que te diga que eres y serás siempre un auténtico genio, nuestro Bukowski, y que los homenajes póstumos deberían de estar prohibidos.

En fin, nos quedará "Cimata", David, y también la dignidad y el furor imperecedero de este último golpe de mar.

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