Pablo Iglesias: ¿ir contra los propios actos?
Sinceramente, pienso que Pablo Iglesias es una figura determinante en la última década en nuestro país. Tengo por él una verdadera admiración, empatía y complicidad, pues su causa política, con todo lo que eso implica, es la mía y la comparto plenamente.
Su papel en la escena política española desde 2014 singularmente, sin olvidar lo que supuso el 15M, ha sido clave en la conformación de un nuevo estado de cosas. Por ello, toda la izquierda transformadora tenemos con él una deuda indiscutible.
Su impronta política ha producido una reacción virulenta de las derechas carpetovetónicas, que diría Santiago Carrillo, que tenemos vivas en nuestro país. Eso ha comportado una presión personal incalculable y muy difícil de soportar en la vida cotidiana. Esto le debiera suponer una solidaridad efectiva por parte de toda la ciudadanía democrática, que no se ha visto con la suficiente potencia. Es más, las propias autoridades, incluido el gobierno al que perteneció como vicepresidente segundo, tampoco fue eficazmente concluyente en esta peripecia, que jamás se hubiera tolerado con otros responsables políticos.
Leyendo con interés la obra "Verdades a la Cara" uno puede entender perfectamente su deseo de bajarse de la política institucional, aunque muchos hayamos sentido un gran bajón con su ausencia.
Por tanto, nada que objetar a esa decisión, por más que nos disguste. Pero su forma de resolver la crisis evidente, tras el abandono político, fue muy precisa y hasta demasiado unilateral, aunque los datos de la política real y de la valoración ciudadana la avalaran sin duda.
La propia Yolanda Díaz vivió bastante incertidumbre para asumir su rol de futuro, no tanto la Vicepresidencia como cabeza de Unidas Podemos en el Gobierno.
Al fin, Yolanda se decide y lanza Sumar como una plataforma abierta para estimular a una parte de la ciudadanía algo esquiva con la política oficial, pero necesaria para que la izquierda social se empodere y consiga un espacio influyente en el puzzle futuro de gobierno. Era de suponer que las fuerzas políticas integradas en UP estuvieran disponibles para secundar ese intento y se incorporaran al proceso en el momento adecuado. Más aún, si se lograba añadir a otras izquierdas de ámbito territorial sobre todo, mucho mejor de cara a lograr un proyecto unitario y plural a la vez que implicara una unidad de acción más contundente con vistas a las generales de fin de año.
Ese momento llega formalmente con la presentación el pasado 2 de abril de la candidatura a la presidencia del Gobierno de Yolanda Díaz al frente de Sumar. La cuestión se suscita cuando Podemos, que le había pedido a Yolanda acelerar su proceso, plantea cuestiones funcionales para evitar su presencia y dar un espectáculo de división mayor incluso del realmente existente.
Es sabido que Pablo Iglesias está detrás de esa posición, lo cual resulta difícilmente entendible. La celebración de primarias en ese espacio político es en efecto una necesidad, que parece todos comparten. ¿Qué ventajismo intenta obtener Podemos, que no le vayan a dar los inscritos, como fuerza preponderante en la futura coalición electoral?
Ir contra los propios actos es siempre un borrón en política, que su trayectoria no merece.
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