Los viajes de Jovellanos: Una mirada a la catedral de Astorga

La belleza del coro de la seo astorgana emociona al viajero antes de tomar el camino hacia León, donde participó en la feria de San Juan

Sillería del coro de la catedral de Astorga.

Sillería del coro de la catedral de Astorga. / Pablo VÁZQUEZ OTERO

Pablo VÁZQUEZ OTERO

Llegaba Jovellanos en el último capítulo a la vieja Astorga donde pernoctaba el jueves 21 de junio de 1792, aunque el sábado 23 ya reiniciaba camino y, definitivamente, el regreso hacia Asturias. Entre archivos y documentos, investigando y rebuscando información, pasó nuestro ilustrado unas cuantas horas en la antigua Asturica Augusta. Pero también volvió a visitar la catedral y nos dice por ejemplo esto: "Recorrimos la sillería del coro, que es buena, aunque no parece de Becerra, porque muchas figuras son enanas y de proporciones muy distintas de las de este grande artista; pueden haber trabajado sus discípulos. La que está sobre la silla episcopal, que es de Santo Toribio, es de mérito muy superior, y aun alguna otra. También lo son las del púlpito, que parecen de la misma mano. El retablo de Becerra gusta cada vez más. Las cuatro medallas del zócalo son dignas de la escuela de Miguel Ángel. Saliendo de la iglesia por la parte que mira al mediodía, se ve una inscripción así: el Aº de 1471 a 17 de agosto se puso la primera piedra de la nueva obra de esta santa iglesia. Y en una piedra del costado se leen sobre una piedra blanca estos números: 1553. El autor pudo ser Juan de Alvear, cuyo epitafio, que está en el claustro, he copiado por mí y va adjunto: Hoan de Albear maestro de las obras de esta santa iglesia descendiente de la Casa de Albear por linea recta de varón, natural de la merindad de Trasmiera, está aquí sepultado. A seis de deziembre de 1592. Convite a beber en casa de Flórez, mi colegial; estuvo el obispo y varios canónigos. A casa".

Las dos inscripciones se conservan todavía hoy, la primera sobre el inicio de las obras y la segunda referida a Juan de Alvear que fue maestro de obra, efectivamente, de la catedral entre 1569 y 1592 cuando fallece. Y José Antonio Flórez de la Fuente, que Jovellanos define como "mi colegial", fue compañero y amigo de nuestro viajero en el colegio de San Ildefonso de Alcalá de Henares.

Pero el viernes 22 es cuando registra en el diario esta visita al coro de la catedral que se convierte en protagonista de su narración y es que este coro es esplendoroso y no pasa desapercibido. Auténtica joya del siglo XVI con un programa iconográfico muy amplio. Patriarcas, profetas, reyes del antiguo testamento, sibilas y demás personajes con un claro mensaje, la llegada de Cristo como salvación del hombre. En las misericordias, alguna temática rozando lo burlesco, y abundantes imágenes de personajes fantásticos.

En algunos sitiales se representa a los apóstoles, pero también obispos, vírgenes y santos. El material es madera de nogal y los artistas que en él trabajaron fueron muchos como Juan de Colonia, Nicolás de Colonia o Tomás Mitata.

De Gaspar Becerra es el retablo del altar mayor de 1584, que consta de tres cuerpos y cinco calles. En la calle central están dispuestos la Asunción y la Coronación de la Virgen. Todo el conjunto está dedicado a la vida de Cristo y de la propia Virgen. Destaca y mucho la imagen del Calvario del ático de gran tamaño. A ambos lados del conjunto están los relieves de las Virtudes.

Destacamos también la reja que cierra el coro que está considerada una joya perteneciente al primer tercio del siglo XVII, realizada entre los años 1622 y 1629. Sin duda la catedral de Astorga es visita obligatoria cuando uno se acerca a la capital maragata.

Pero el viaje ha de proseguir y el sábado 23 dice esto camino de León: "Salida a las cinco y media; madrugada a las cuatro. Bella vega, pero mal aprovechado el riego. San Justo, lugar de mucha industria de sayales franciscanos. Hilan los hombres. Se pasa el río Tuerto. A un lado, más adelante, Requejo. El puente del Órbigo es larguísimo, y el río, dividido en dos brazos, así como el puente, que al medio está en seco. Corre riesgo de que cargue sobre el barrio de arriba. Por todo este camino se va o sobre la vía militar romana o a par de ella, y no se pierde de vista ni aun en la calzada de Trobajo. Llegamos a León a las once; colación con chocolate; no hay sueño. Aquí estoy. Vamos a paseo. Fuimos a la vega con Tadea y Bayón; a casa; no salimos; cenamos temprano y dormimos bien".

Madrugón en la partida desde Astorga hacia León capital y pasando por San Justo de la Vega que realmente vivió de la lana durante siglos. En la población se conserva una escultura dedicada a los cardadores que trabajaron durante generaciones en estas labores. A finales del XIX existían aun seis lanzaderas de lienzo fino que elaboraban cobertores, colchas y demás productos que tanta fama tuvieron por su calidad. Pasa por el puente famoso sobre el Orbigo ya citado aquí, el del Paso Honroso y llega a León temprano, prácticamente para desayunar.

Pero el día se cierra tranquilo estando en León y paseando por la ciudad, y al día siguiente nos cuenta lo siguiente: "Domingo, 24. Visita en casa de Villadangos hasta la hora de comer, y de paso a casa de Tadea. Convite a comer en casa de Bayón, que tiene de huéspedes a dos sobrinos del obispo de Astorga, de apellido Vigil y Tena. Son parientes, según dicen, de la familia de Godoy. La niña, de catorce, feísima, pero de buen carácter al parecer; el hermano, de diez y seis, bastante despierto. Comida magnífica y en extremo abundante, sin dejar de ser fina. A la siesta en casa de Tadea; a la feria; a casa; vuelta a casa de Tadea, donde empezó la tertulia, en que estuvieron los canónigos Justa, Gutiérrez, Pizarro, Bayón y mucha gente de buen humor. Despedida; poco sueño".

Va Jovellanos a la feria de San Juan en León que sin duda aún tiene arraigo en la actualidad y nos cuenta muchas curiosidades de las personas con quién trató aquellos ya lejanos días. La mañana siguiente el camino se reinicia de nuevo, así nos dice el viajero: "Lunes, 25. Salida a las seis por el camino que trajimos; pésima subida. Los montes de Asturias, que caminaban oriente-poniente, empiezan a declinar hacia el norte. Camposagrado: apenas tiene más que el santuario, donde se hace romería el 8 de setiembre; bajando, se ve sobre la izquierda Benllera, y ya en la vega Carroceda, que queda a la derecha, y ambos pertenecen al marqués de Camposagrado. En el camino de esta mañana se encuentran veinticinco tazas o cráteres, que dudamos lo que fuesen; parecen pequeños para volcanes, y pocos los escombros amontonados en derredor. Son de figura esférica y no es fácil adivinar si se hicieron a mano. Preguntados los naturales, dicen ser tradición de haber escondido allí el infante Pelayo veinticinco hombres en cada uno, y desde esta emboscada atacado a los moros y destruídolos. Esta hablilla, el nombre de Camposagrado, la aparición creída de la imagen de este nombre y la propensión de la ignorancia a buscar en todo orígenes maravillosos, han fomentado la superstición del vulgo, que aún dura".

Varias cosas a citar, tal vez la más destacada referencia al santuario de Camposagrado, que al igual que muchas festividades Marianas, incluida la de Covadonga se festeja un 8 de septiembre. La leyenda habla de la toponimia del lugar como referenciando una batalla acontecida aquí entre los cristianos y los árabes poco después de Covadonga con el propio Pelayo como protagonista, incluso la sitúan cronológicamente en el 723. Tras la batalla que fue muy cruenta y dejó muchos muertos, y con la imposibilidad de dar sepultara a todos se bendijo el terreno y de ahí lo de Campo Sagrado, y además Pelayo pidió la construcción de una ermita dedicada a Santa María. La leyenda de los agujeros de donde salían los cristianos aún pervive hoy.

La ermita primigenia desapareció tras muchos cambios y la que vemos hoy es del siglo XVI, aunque también ha sido muy transformada durante los siglos XVII y XVIII, así por ejemplo la construcción del pórtico del lado sur en 1735.

El viaje prosigue para nuestro protagonista pero los últimos tramos de este viaje los vemos en el próximo capítulo.

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