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Esprint final

La salvación del Sporting y los últimos días de campaña electoral

Filippo Priore

Filippo Priore

Una vez lograda la salvación por nuestro otrora Real (con mayúsculas) Sporting de Gijón, no puede calificarse sino como el enésimo vergonzoso fracaso, el primero en la cuenta de los nuevos propietarios, aquellos Reyes Magos que venidos de ultramar nos prometieron el oro y el moro, cuando quizás sus intereses inmobiliarios fuesen superiores a los deportivos... en esta semana de lo que toca hablar (discutir, gritar y hasta escupir en algunos casos) en esta participativa villa marinera es de las elecciones locales y regionales. En primer lugar, es innegable el clima de máxima crispación que existe no sólo en esta comunidad autónoma, sino en todo el país en general, a la hora de hablar de algo que nunca antes había alcanzado niveles similares y que debería avergonzar a un país supuestamente democrático. Claro es que alguno de los partidos que se presentan a los comicios estarían más cómodos en un país totalitario. Pongamos al estilo bolivariano, por rozar un poco en la llaga.

Lo segundo es clamar ¡qué bien que estábamos sin las malditas redes sociales! Auténtico estercolero donde van a parar los odios de quienes viven como marajás, con su séquito de seguidores aplaudiéndoles con las orejas. ¿Cómo es posible estar tan ciego? Pero nunca vio quien no quiso ver y sólo siente correr sus venas rencor hacia hechos que quienes los sufrieron, en su amplia mayoría han dejado atrás. Y, sobre todo, desprecios a quienes no comulgan con sus ideas, que han fracasado estrepitosamente allí donde se han intentado poner en práctica.

No recuerdo unas elecciones donde se recurriera tanto al juego sucio y a la palabra "facha". El único problema es que algunos, recién llegados a la política (para regenerarla, decían), en apenas unos años tienen tanto o más que callar que los partidos "de toda la vida". Y no son precisamente los otros los fachas. Ni un sólo tuit (que tanto adoran) recriminando los ataques a los mítines de aquellos. ¡Pero ay si les toca a ellos! Propongo que se establezca también el VAR en política.

Dígame usted con sinceridad (tan escasa en estos tiempos) si el ambiente social no era infinitamente mejor con el aburrido bipartidismo, con todas sus corruptelas, y a pesar de las lógicas diferencias políticas, que se acrecentaban en tiempos electorales, que en esta guerra civil con palabras que han desatado los que, por otra parte, se han puesto aún más morados con el dinero que han ido acumulando. Algunos, algunas y algunes, que no sabrían hacer la "o" con un canuto.

Pero conviene no olvidar nunca al máximo responsable de que España navegue ahora mismo a la deriva, entre bolivarianos, independentistas y terroristas. Uno que precisamente no se mueve por el agua. Aquel ministro, Maxim el breve, en una entrevista reconoció que lo que más le impresionó del sujeto es que, durante su primer encuentro, éste le preguntase cómo creía que le recordaría la Historia. Más ególatra no se puede ser. Pero la respuesta es fácil: como un traidor a los padres de nuestra Constitución.

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