Opinión
Urnas contundentes

Votaciones en Gijón el pasado domingo, en el Palacio de los Deportes. / MARCOS LEON
El resultado de las elecciones municipales del pasado domingo no deja lugar a las dudas. Los gijoneses han propiciado un histórico vuelco hacia el bloque de la derecha tras cuatro años de un gobierno de coalición del PSOE e IU, superior incluso al que se ha producido de media a nivel nacional y al contrario de lo que ha ocurrido en el conjunto de Asturias, donde las fuerzas progresistas siguen siendo mayoritarias, aunque mucho menos, en los ayuntamientos. El 53 por ciento de los votos y los 15 concejales sobre un total de 27 que suman Foro, el PP y Vox son números tan contundentes que hacen inútiles las palabras. Pero, al mismo tiempo, en la próxima Corporación no habrá mayorías absolutas, por lo que serán necesarios los acuerdos, bien consolidados para la formación del equipo municipal, bien puntuales para asegurar la gobernabilidad de la ciudad. Pase lo que pase en las próximas dos semanas, el 17 de junio, fecha de la constitución de los consistorios, comenzarán cuatro años inéditos en la política municipal.
El centroderecha tiene motivos sobrados para la satisfacción. El regreso de Carmen Moriyón a la primera línea ha permitido a Foro pasar de tres a ocho concejales y disputar casi hasta el último minuto del recuento la victoria en número de votos al PSOE, que finalmente hace seis días fue la lista con más apoyo popular, único motivo para la sonrisa en una noche aciaga en la Casa del Pueblo. La cirujana tiene casi todas las opciones de convertirse en la próxima alcaldesa y ya ha dado instrucciones a su equipo para que inicie negociaciones con el PP, que de momento se han plasmado en varios encuentros informales, tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA. Su lectura de las urnas es clara: los gijoneses han ordenado crear una coalición de centroderecha y, por lo tanto, superar conflictos del pasado. Lo mismo opina la inmensa mayoría de los dirigentes populares, que han logrado también unos grandes resultados con Ángela Pumariega al frente (de tres a cinco representantes), teniendo en cuenta que competían en su espectro con la exregidora, figura con enorme popularidad, como ha vuelto a quedar demostrado. Los cinco ediles electos están por la labor de lograr un pacto. Pero, de momento, ni en Foro ni en el PP se quiere hablar de Vox, que será imprescindible para propiciar una investidura.
Al otro lado de la balanza, sólo tiene motivos para una satisfacción contenida IU, que ha sabido capitalizar su defensa de las políticas del actual gobierno local logrando un segundo concejal. Por contra, Podemos se ha desplomado en medio de su guerra interna y el PSOE ha fracasado estrepitosamente en su operación de defenestración y recambio de Ana González. Tras una campaña extraña, de permanente enmienda a su propia labor en el Ayuntamiento (¿acaso hay dos PSOE, a ojos del ciudadano?) y con un candidato que en ningún momento lo llegó a parecer del todo ha acabado con nueve concejales. Harían mal los dirigentes socialistas en circunscribir la autocrítica, que todavía no han iniciado, a los cuatro años que ahora concluyen.
En este contexto, Gijón inicia un nuevo ciclo, que ojalá no está marcado por la polarización y sirva para poner a la ciudad a las puertas de la cuarta década del siglo XXI con garantías de progreso y bienestar.
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