Por libre
Debates al sol
No hay que ser ningún experto en Ciencias Políticas para saber que, desde que España vive en democracia, existen algunas máximas como que una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo. Siempre es más fácil desde la oposición denunciar problemas a quien gobierna que ofrecer además soluciones alternativas para solventarlos. O prometer el oro y el moro, para luego quedarse en agua de borrajas en el caso de vencer en las urnas.
Por otro lado, desde que se instauraron los debates electorales, el partido en el poder huye de ellos como de la lepra, pues tiene más que perder que ganar, mientras que el resto de fuerzas políticas muestran mucho mayor interés en poder sacarle los colores a quien gobierna. Aunque haya políticos que no se ponen colorados ni aun mostrándoles con pelos y señales todas sus contradicciones, fracasos o decisiones escandalosas.
Ha llamado así poderosamente la atención la insólita propuesta del Presidente del Reino de España (en su día reacio a los debates), a añadir al de por sí excéntrico adelanto electoral a una fecha en la que millones de españoles estarán disfrutando de sus merecidas vacaciones (para que como si de una serie o peor aún, culebrón se tratara) realizar seis debates a razón de uno por semana, pero sólo con el candidato del principal partido de la oposición, con la excusa de que, según él, las elecciones son un asunto exclusivo a resolver entre su persona y la de Núñez Feijóo.
Como era previsible, el gallego no ha recogido el guante de esta enésima ocurrencia de quién sabe qué asesor, aún convencido de que centralizar la atención del electorado en la figura del Presidente puede resultar positivo para que el PSOE alargue su Gobierno. Alguien aún no ha captado lo que eso supuso en las recientes elecciones municipales y autonómicas. Más evidente si cabe ha sido la reacción del resto de partidos, quienes se sienten ninguneados al quedarse fuera de esta historia.
Sólo la total confianza que Pedro Sánchez tiene de su imagen ante las cámaras explicaría su propuesta. Otra cosa muy distinta es soportar una campaña electoral tradicional, pisando la calle y visitando infinidad de lugares del territorio español, donde pudiera no ser bien recibido. Habrá que ver en qué acaba esta suerte de debates al sol puestos sobre la mesa. Con toda seguridad en nada.
Para los asturianos, resulta complicado centrarse aún en esos comicios veraniegos cuando aún están pendientes de rubricarse los pactos necesarios para que Barbón repita al frente del Principado, por un puñado de votos, parafraseando el mítico spaguetti western de Sergio de Leone; mientras que en nuestra villa marinera, no ha caído en saco roto estos cuatro años con Ana González al frente del Consistorio, con muchas más sombras que luces. Estaba cantado que Carmen Moriyón volvería a ser ese principal y casi único puntal sobre el que Foro Asturias sobrevive. Por algo será. A la alcaldesa paracaidista no se le ha oído ni una palabra de autocrítica, limitándose a achacar la derrota de su partido a teorías conspiranoicas.
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