Opinión
Mens sana
Sobre la tasa de suicidios en Asturias
Leía con estupor y tristeza como Asturias era la región con la tasa más alta de suicidios. Dato terrible que es aún peor cuando se ve cómo aumenta, en general en nuestro país, entre la gente joven.
Las enfermedades mentales han sido y creo que aún lo siguen siendo, un tema tabú en nuestra sociedad. Esto siempre me ha parecido una paradoja curiosa de nuestros tiempos. Con todos los avances en ciencias, en tecnología, en medicina y en un largo etcétera más, no acierto a comprender cómo no se ha normalizado el tema de este tipo de enfermedades que son tan frecuentes y tan importantes como las que atienden solo a lo físico.
Desde siempre he defendido el cuidado integral de nuestra salud. Cuando nos rompemos una pierna o un brazo acudimos inmediatamente a qué nos curen, a qué nos alivien el dolor, sin embargo, cuando se nos rompe el alma, cuando sentimos un dolor mucho más difícil de describir, es cuando esperamos a ver "si se nos pasa" o decimos "yo puedo, esto no en nada" y, en muchas ocasiones, no pasa, igual que la pierna no se cura sola (o al menos no se cura bien).
Más allá de esto, me parece especialmente preocupante que tomar la decisión de terminar con la vida sea algo que haya aumentado entre quienes la tienen toda entera por delante.
Que algo estamos haciendo mal como sociedad es obvio, que en la era de las comunicaciones es cuando menos comunicación real tenemos es también un hecho, pero algo más falla en el sistema cuando esa insatisfacción, esa tristeza, ese abismo negro es percibido por la juventud como insalvable.
Tal vez resulte extraño que haya querido empezar mi inicio de curso 24-25 con esta reflexión, pero en las aulas vemos muchas cosas y creo es importante que pensemos también en la relevancia que tiene nuestro papel.
No se trata de atender a protocolos o a medidas que haya que implementar en nuestros centros (y que, por supuesto, deben hacerse), desde mi punto de vista es más una cuestión de fijarse, de observar, de atender, de hablar…
El día a día nos devora, el ritmo del curso es frenético y poner el piloto automático es siempre tentador. En realidad, este es uno de los problemas de fondo, pasar de puntillas por muchas de las cosas que nos suceden trae como consecuencia no enterarse bien de casi nada.
Está claro que la educación, en estos momentos (y quisiera creer que en todos), va más allá de una mera transmisión de conocimientos. Es uno de los pilares que ayudan a construir el futuro y lo que de él esperamos. Así que para este curso deseo que nos cuidemos y que cuidemos a nuestro alumnado, ese sí que será un gran aprendizaje. Buen curso 24-25.
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