Opinión
El autobús en Gijón
De la huelga del 78 a la Emtusa del siglo XXI
La película "El 47" narra la historia de un conductor de autobús municipal en la Barcelona de los años setenta, quien "secuestró" un autobús para demostrar que era posible el acceso de estos vehículos a los barrios obreros de la periferia de la ciudad condal, frente a las excusas del ayuntamiento para negarles el servicio.
El reciente éxito de crítica y público de esta película ha puesto de actualidad uno de los conflictos que afloró en el tardofranquismo y durante la Transición: la mejora de los servicios públicos de nuestro país, estrechamente ligada a la reivindicación de unas condiciones laborales dignas.
Pero no sólo Barcelona tuvo su 47. En Gijón, durante el mandato del último consistorio franquista, se produjo un conflicto en la empresa de autobuses de la época (Tunisa), que culminó con una huelga de trabajadores y la municipalización del servicio. A resultas de aquello, nació la actual Emtusa.
Tunisa era un consorcio de empresas privadas que ofrecía un servicio claramente deficiente, con una flota escasa, muy envejecida, pocas líneas y una reducida plantilla. Las pésimas condiciones, tanto laborales como del servicio que prestaba, desembocaron en una huelga de varias semanas de duración a la que la empresa respondió con despidos. El conflicto se recrudeció, sumándose a la legítima demanda sindical de mejoras laborales y salariales el apoyo del incipiente movimiento vecinal, que exigía un servicio de transporte público digno, a la altura de las necesidades de una ciudad que había crecido exponencialmente durante el desarrollismo.
Aquella lucha, donde confluyeron la lucha sindical y el activismo vecinal, animado por una sociedad en ebullición, con el apoyo de la inmensa mayoría de la población, devino en una fuerza arrolladora que forzó al ayuntamiento a municipalizar el servicio en junio de 1978.
La lucha contra el franquismo y por la democracia no giró únicamente sobre la reivindicación de libertades políticas, sino que respondía también al ansia de mejorar las condiciones materiales de vida de la ciudadanía, plasmada en la reivindicación de unos servicios públicos dignos y en la conquista de los derechos laborales. Ambas cuestiones fueron el elemento medular de las movilizaciones de la época.
Casi medio siglo después de que aquellos trabajadores, respaldados por toda una ciudad, decidieran cambiar la historia, Emtusa se ha convertido en un referente para todos los gijoneses. Cada día, unos 400 hombres y mujeres garantizan el derecho a la movilidad en Gijón. Una empresa de la que podemos sentirnos orgullosos y que, cada día, de norte a sur, de este a oeste, vertebra nuestra ciudad.
Durante estos casi 50 años, los avances han sido constantes: desde la pionera inclusión de nuevas modalidades de pago como la Tarjeta ciudadana, la modernización de la flota, la remunicipalización de las cocheras; las mejoras en movilidad, con la eliminación de retranqueos y los recientes carriles bus. Y, más recientemente, el ambicioso plan de modernización de la flota, que permitirá a Emtusa entra en la era de la descarbonización y de la movilidad plenamente sostenible.
Hoy Emtusa afronta nuevos retos: los nuevos modelos urbanos implican situar en un lugar central la movilidad del transporte público, implementando medidas que favorezcan el uso del mismo frente al vehículo privado.
El transporte público es uno de los servicios esenciales de una ciudad. La prestación directa por el ayuntamiento, convirtiendo a los ciudadanos en propietarios de la empresa, debe garantizar un transporte de calidad, bajo la premisa de entender que los servicios públicos deben ser competentes, no competitivos: anteponer la eficiencia y calidad del servicio al mero beneficio económico.
Casi 50 años después del 78 gijonés, los trabajadores del sector del transporte exigimos la aprobación de un coeficiente reductor de la edad de jubilación, pues es inaudito que, en pleno siglo XXI, personas de más 65 años conduzcan vehículos pesados, con el consiguiente menoscabo de la seguridad.
Sabemos que la lucha será larga y difícil, pero los trabajadores de Emtusa conocemos nuestra historia y tenemos bien presente que tan solo de la mano de la unidad, alcanzaremos el legítimo derecho a una jubilación digna.
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