Opinión
Signos de admiración
Sobre los distinguidos en los Premios Princesa de Asturias
Tenemos la fortuna de vivir en una región que, de diversos modos y por distintas vías, nos da la oportunidad de conocer a personas, cuanto menos, inspiradoras.
Estas semanas han sido especialmente intensas y así, gracias al Encuentro de Coeducación celebrado en Avilés y a los actos de los Premios Princesa de Asturias, hemos podido ver y escuchar a personas excepcionales que contribuyen a que todo sea un poco mejor.
A la necesidad de entender qué es la Coeducación y su implementación en las aulas le dedicaré una reflexión más extensa en futuras líneas. Imposible escribir solo un par de párrafos...
Hoy me quiero parar en los discursos de las personas galardonadas con el Premio Princesa de Asturias. Podría extraer ideas de todos y cada uno de ellos, pero voy a quedarme, para esta sencilla reflexión, con el de Marjana Sapatri, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades del que reproduzco un pequeño fragmento.
"Durante mucho tiempo he creído que la clave para que cualquier ser humano pueda vivir con dignidad, para que nunca sufriera brutalidad o humillación debido a su sexo, su etnia o su color, siempre pensé que era la educación"
Ciertamente me ha costado elegir unas líneas de un discurso emotivo, pero también lleno de verdades incómodas que nos ponen delante de muchos espejos en los que no nos gusta reconocernos.
La violencia frente a la benevolencia en un mundo en el que parece que prácticamente hemos olvidado esta última, era uno de los puntos centrales de su discurso. Sin embargo, cuando parecía que sus palabras solo describían realidades atroces y oscuras, apareció la educación y su insistencia en la importancia de la misma.
Creo que, a veces, se nos olvida lo esperanzador e ilusionante que es el proceso de enseñanza aprendizaje; así que, desde aquí, quería volver a recordar que lo que hacemos en casa o en las aulas sí importa y, de hecho, es el principio de la construcción de nuestra sociedad.
Educar para entender que el verdadero éxito no está en un triunfo social efímero y con fecha de caducidad. Educar para entender que somos seres sociales y que, por tanto, el "yo" debe dar paso a un "nosotros y nosotras". Educar, en definitiva, para contribuir a que nadie se vea bajo el sufrimiento y la opresión.
En estos tiempos nuestros tan inciertos y tan rápidos, escuchar palabras así me parece una suerte, una fortuna y un privilegio. Gracias por compartirlas.
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