Opinión | Añoralgias

Víctor Jara con la ventana abierta

Tengo la misma edad que los Héroes del Simancas. Me refiero al monumento, que desde 1958 preside el patio exterior del Colegio de la Inmaculada, donde aún había impactos de obús en las paredes cuando mi hermano Juanjo empezó el Bachiller antiguo y acabó el Preu. Le sucedí en el 67. Ocho años desde el Ingreso hasta el COU, que ya era mixto. Nos despedimos la promoción del 75 con el cambio ritual del clavel por la insignia de Antiguos Alumnos y esa noche de mayo bailamos el "Rumore" de Raffaella Carrà en El Jardín. A la vuelta del otoño teníamos a un compungido y enlutado Arias Navarro balbuceando en Televisión. 20 de noviembre del 75.

Miles de veces nos habrán visto los ángeles del memorial del Simancas subir la imponente escalinata de entrada al Colegio, deprisa, tarde y bufando, sin que reparáramos en ellos, más allá de alguna corona de laurel que en fechas señaladas lucía al pie del conjunto, cuando el laurel era símbolo honorífico antes que aderezo culinario. Tampoco parecían tener interés los jesuitas de la época en divulgar el origen y significado de una escultura que, vista hoy de lejos, con la mugre entre los pliegues, parece la cara de un oficinista de Forges. Recién esculpida debía de tener la fuerza expresiva de los encargos desde el lado de la victoria.

En los 60/70 del pasado siglo, los jesuitas en Gijón eran más de patio interior, el de la Virgen -columna y palmera entre rosales y parterres- que del exterior de cadenas, laureles y laureados. Cuando en el 73 todavía abrían jornada en la escuela pública con algún himno de adhesión inquebrantable, en el despacho de Paco Zanuy, tutor de Quinto sin alzacuello y de paisano, sonaba "A desalambrar" de Víctor Jara en los recreos largos y con la ventana abierta. Siempre tuvieron fama aquellos curas de educar enseñando a pensar. Entre sus grandes éxitos acumulan notables y eminencias de pensamiento dispar: Pérez de Ayala, Piñole, Alonso Puerta, Romualdo Alvargonzález… aquí al lado lo puedes corroborar a diario leyendo a Pedro De Silva.

Camino del medio siglo desde que el "Rumore" soplara como viento fresco, en una controversia reciente entre defensores de proteger los Héroes del Simancas como bien de interés cultural y partidarios de retirarlo de su emplazamiento (privado, pero de evidente difusión pública), se ha colado, en el año 24 del siglo XXI, la escena que no habíamos visto desde el 67 del XX, y que pocos precedentes tendrá desde el 58. Cómo iba a faltar ahora el video chusco del grupo que se cita por Internet en el patio de las cadenas para cantar brazo en alto cara al monumento, con los municipales a la espalda dándose mus. En la miscelánea de opiniones difundidas sobre tan singular muestra de polarización reinante, oigo y leo más reproches a quienes vienen invocando la Ley de Memoria Democrática que a los que se ciscan en ella, aun siendo ésta de obligado cumplimiento como legislación vigente, te guste o no. Tiro de "El Último de la Fila" para preguntar dónde estabais entonces, fervientes defensores del patrimonio artístico local, cuando Gijón tanto os necesitó: la piqueta derribando Los Campos Elíseos, el petardo a "La Lloca" y las pintadas en el "Váter de King Kong", aquella fuente luminosa del Seis de Agosto escamoteada, el legado Lledó-Suárez escondido en un almacén… o el de Juan Botas, a quien creo recordar allá a lo lejos bailando con Raffaella en El Jardín.

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