Opinión | El disfraz de las mentiras
Pisadas en la arena
En este empeño por dividir al mundo en dos categorías, hay personas que esperan de ti que decidas si te gusta o no la navidad, si todo es luz, color, abrazos y excesos en estos días, o si, por el contrario, eres de los que desea que pase pronto, de quienes piensan que todo es mentira. Poco predicamento tenemos los que nos movemos, como en casi todo, en el terreno del blanco y negro. Precisamente, con este espíritu, Billy Wilder filmó en 1960 "El apartamento", una de las películas que mejor refleja el espíritu de estas fiestas y que rara vez es mencionada en listas en las que siempre aparecen "Qué bello es vivir", "Love Actually", "Solo en casa" o "La jungla de cristal".
Escribe Antonio Muñoz Molina en "El viento de la luna": "De pronto soy más alto que él, y mis manos y las suyas hace ya mucho que dejaron de encontrarse. Debería uno conservar el recuerdo de la última vez que caminó de la mano de su padre".
Nada más navideño que la nostalgia, que el recuerdo de las personas queridas, que la sensación de seguridad que te dan los tuyos, que experimentar el calor de unas manos que te protegen. Que sentir calor.
En "El apartamento", el personaje que interpreta Jack Lemmon presta su residencia a su jefe para que pase la noche con una de sus amantes. Al regresar, se encuentra con un espejo roto que le devuelve a su jefe. Esa misma noche, en la fiesta de navidad de la empresa, la amada del protagonista (Shirley MacLaine) le muestra ese mismo espejo roto. Él apenas puede señalar que está roto, a lo que ella le responde "Me gusta porque así es como me siento". Lo que ella no sabe es que así se sienten ambos. Así nos sentimos todos al contemplar esa escena y también en estas fiestas cuando recordamos con nostalgia a quienes ya no están o percibimos la desesperanza de las personas que están tan rotas como el espejo.
Nos empeñamos en dividir al mundo en dos categorías y nos empeñamos también en pensar que cada fin y principio de año son poseedores de una magia especial que va a hacer que todo cambie y huela a sábanas limpias. Lo escribe Wislawa Szymborska en uno de sus poemas: "Todo principio / no es más que una continuación, / y el libro de los acontecimientos / se encuentra siempre abierto a la mitad".
O quizá la Navidad y la vida no sean otra cosa que la continua búsqueda del amor, ya saben: "Yo vivía como Robinson Crusoe, era un náufrago entre ocho millones de personas, hasta que un día vi pisadas en la arena y la encontré a usted".
Que sean felices en este año que empieza y si buscan, que encuentren.
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