Opinión
Belenismo al alza
Por más que algunos grupos políticos, afortunadamente minoritarios todo hay que decirlo, nos regalen hilarantes momentos mostrando sus ridículas celebraciones del "solsticio de invierno", algunas de las tradiciones más típicamente navideñas se mantienen vigorosas y con futuro garantizado.
Es el caso de los belenes, también conocidos popularmente como nacimientos. Esta tradición inaugurada por el santo de Asís, e importada a nuestra nación desde Nápoles, principalmente por Carlos III y su consorte, encontró pronto fuerte arraigo popular.
Los belenes, con su mimada ambientación, no se quedan en brillantes obras de arte efímero, que lo son, o en insuperables trabajos de maquetismo. Son, ante todo, un valioso instrumento de evangelización popular que, en ocasiones, dejan atrás a sesudos tratados de teología o a plúmbeos sermones clericales.
A nivel local tenemos la suerte de contar con una activa asociación belenista fundada en los años cincuenta del pasado siglo por el abogado gijonés Bonifacio Lorenzo, quien fuera durante décadas su entusiasta presidente. Hoy ocupa el puesto Plácida Novoa, que dirige con acierto el timón de una asociación que multiplica su actividad en estas semanas. Pregón de la Navidad, concursos y ruta de belenes, Noche del Belén, y sobre todo el montaje, entre otros, del espectacular belén del Antiguo Instituto, que concita anualmente el interés de miles de visitantes. En este caso dedicado a la venida de los reyes magos, bajo el sugerente título "de Oriente a Belén: oro, incienso y mirra".
A ello se suman también los cuidados belenes de nuestras parroquias principales, como San Pedro, San Lorenzo y San José, en el centro; o San Julián de Somió en las afueras. Todos ellos reciben un continuo goteo de visitantes en estos días. Como lo hacen también el mítico belén del Sanatorio Marítimo, o el trabajado montaje del centenario colegio de la Inmaculada Concepción.
Muy cerca, en Villaviciosa, la iniciativa de autoridades e instituciones locales, pone en marcha, desde hace años, una exitosa ruta de belenes que genera creciente interés. La esmerada calidad artística de las obras, y un delicioso entorno urbano donde todo está próximo y accesible, garantizan el éxito de esta iniciativa.
Tampoco puede olvidarse el delicioso, y siempre impactante a pesar de su repetición, nacimiento de la iglesia parroquial de Lastres, obra que la villa marinera debe agradecer a la generosidad de los hermanos Victorero, grandes benefactores locales.
Gracias pues a los que cada año, con esfuerzo y entusiasmo, hacen posible la continuidad y el crecimiento de esta hermosa tradición religiosa, que nos recuerda el genuino y auténtico sentido de estas fiestas. Ante la ternura de un belén hecho con mimo se derrite la gelidez de cualquier invierno, o de quienes intentan celebrarlo en un inusitado ataque de neopaganismo.
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