Opinión

Luz a la fracción resto

Los astronautas atrapados en la Estación Espacial Internacional pueden entretenerse estas semanas contemplando el arrebato iluminador navideño que nos ha poseído y hecho entrar en competición entre ciudades en España. Todas en esa carrera, lo confiesen o no, como si los millones de puntos led se tradujeran en felicidad y prosperidad. Gijón ha llegado a los cinco, que Vigo dobla largamente con sus once y medio, superados por Madrid con sus doce millones.

Precisamente acabo de llegar de la capital española, donde han tirado de creatividad de reputados diseñadores así como de talento infantil para confeccionar algunos de los elementos luminosos, y se han aliado con grandes hoteles para contar incluso con una ruta de alojamientos iluminados. Allí donde brotan estrellas, abetos, cerezos, renos o ángeles, se hace difícil caminar en línea recta. Felicidad no sabemos, pero la abundancia de lúmenes sí que parece traer prosperidad turística desestacionalizada.

En el caso de Gijón, también una inesperada promoción de ciudad: qué agradable sorpresa que la embajada española en Reino Unido haya elegido el "arbolón" de nuestra Plaza Mayor para felicitar la Navidad en redes sociales. No son puntos led al peso, es también lo que se hace con ellos. Gracias, embajador.

Durante mi estancia en Madrid, en una de mis conversaciones con mis acompañantes residentes en la capital española, hice un descubrimiento que me inquietó: ninguno conocía el concepto de fracción rechazo ni, por tanto, separaba ese tipo de residuos del resto, dificultando así la clasificación integral de las basuras domésticas. Pues en Gijón, presumí, sí sabemos lo que va a la fracción resto. Otra cosa -me callé- es que todas y todos nos empleemos a fondo llevando a cada contenedor exactamente lo que procede. Lejos estamos, la verdad.

A esa altura de la conversación hubo quien acudió a uno de los más socorridos bulos del cuñadismo negacionista: "en el camión lo mezclan todo". Qué esfuerzo, desmontar excusas que pueden tener su fracción de verdad en el caso de localidades pequeñas pero que son realmente subterfugios para eludir la responsabilidad individual. Desde 2022, los ayuntamientos de más de 5.000 habitantes deben garantizar la recogida separada de la materia orgánica con la que se puede producir compost fertilizante. Sólo si de verdad es orgánica. De ahí la importancia del rechazo.

Por el momento, suspenso: poco más de 22% de los residuos domésticos son óptimamente reciclados, según el INE. Cada asturiano es responsable de 518 kilos de residuos al año. El ayuntamiento de Gijón prepara un Plan de Residuos 2025-2030 con sistema de pago por generación e incluso vigilancia en la calle. Es simple: hay que pasar del saber al hacer.

Así que, ¿qué tal si nos dejamos de pretextos y le ponemos 518 luces al arbolón gijonés del reciclaje?

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