Opinión
De campanadas y cabalgatas
Una de cal y otra de arena
Se abrió el año con polémica. La liada por los titiriteros que presentaron las campanadas y dieron la campanada, para mal, en la televisión pública (Televisión Espantosa, según fatal desliz de la que fuera su administradora única, Rosa María Mateo).
La "bien pagá", por todos nosotros, del dúo se permitió sin ton ni son, como fue casi todo lo oído en la retransmisión, herir creencias y sentimientos religiosos de millones de españoles, mostrando una estampa del Sagrado Corazón de Jesús tuneada con la cabeza de una vaquilla. Me quedo con las palabras del jesuita José María Rodríguez Olaizola: "este es el doble rasero de esta tropa. Tú no te burles de mi cuerpo (algo con lo que estoy de acuerdo, que conste) pero yo me burlo de tus creencias. Lo tuyo sería intolerancia, pero lo mío tómalo como buen rollito y aguántate" Los ofendidos hemos tenido que soportar además, por parte de voceros oficiosos y plumíferos varios, que se nos metiera en un saco de católicos ultramontanos y componentes de la extrema derecha. ¿Se acuerdan de la conjura judeomasónicamarxista?
Para colmo el compañero de pantalla, el cómico que se embolsa catorce millones de euros por temporada en la misma televisión pública, sermoneó sobre los problemas de los jóvenes para acceder a una vivienda digna. Problema lo suficientemente grave y serio como para que no frivolice sobre él la persona menos indicada para hacerlo.
Lo bueno de estos días la ha sido el regreso anual de los Reyes Magos a nuestras calles y ciudades. En el caso de Gijón el activo fundamental de nuestra cabalgata son nuestros tres Reyes, los mejores o de los mejores de España sin duda alguna. No se trata de grandonismo local, comparen imágenes para comprobarlo.
También es justo reconocer a Divertia, y resto de organización municipal, que este año se advirtieron mejoras en la organización del tradicional cortejo. El desfile transcurrió ordenado, con dignidad y brillo en el atuendo y atrezo de los figurantes, y mejoras también en la parte musical, a cargo de bandas de gaitas y agrupaciones provenientes de las semanas santas castellano-leonesa y gallega. Debería, no obstante, redoblarse el esfuerzo para corregir algún corte en el desfile, que tanto lo desluce. Y sin prisa pero sin pausa, aconsejaría trabajar en la mejora de la calidad de las carrozas que lo integran, que no está precisamente a gran altura.
Tampoco debería obsesionar lo de llegar a todos los rincones de la ciudad. Desfiles tan largos como el del pasado domingo pasan factura en el último tramo, el centro de la ciudad que concentra mayor público e interés, y donde debería darse el do de pecho. Aquí se advirtió el natural cansancio de participantes y bandas, como la carencia de iluminación, también por agotamiento, en buena parte de las carrozas.
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