Opinión

Un tren en marcha

Hace unos días me enviaban una gráfica de un estudio a nivel mundial en el que se mostraba el nivel de conocimientos y habilidades que se adquirían desde Secundaria hasta la universidad. En ella, nuestro país junto a otros como Portugal o Italia, se encontraba a la cola de una lista que indicaba que una chica o un chico sueco que cursase Secundaria (por poner un ejemplo de los países que encabezaban la gráfica) tenía mejor preparación que nuestros graduados y graduadas universitarios.

Como en otras ocasiones conviene hacer reflexión antes de echarse las manos a la cabeza o caer en lo de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Todo va muy rápido, esto es innegable y la educación debe coger un tren en marcha que ha pasado de ir a un ritmo sereno a uno vertiginoso. Las nuevas tecnologías, los intereses sociales, la nueva concepción del trabajo y muchas otras cuestiones que tienen que ver con cómo está formado y configurado este mundo del siglo XXI están haciendo que haya que transformar nuestros sistemas educativos no solo de forma rápida sino también (y más importante) efectiva.

Esto es así, pero también quisiera pararme en algo que es más profundo y que tiene que ver con el reconocimiento a la figura y a la profesión docente. "Pasar más hambre que un maestro de escuela" era un dicho popular que, en cierto modo, aún sigue vigente. Frases como "¿cómo vas a hacer magisterio si están todos en el paro?" o "¿con esas notas tan excelentes vas a ser maestra?" son frecuentes y los chascarrillos sobre lo que se estudia y cómo se estudia en grados como Magisterio se hacen con total impunidad e incluso son objeto de risa.

Una sociedad que no valora el papel del profesorado difícilmente podrá poner en valor la importancia que tiene la educación. Si la docencia tuviese el prestigio que tiene en países como los que encabezan gráficas como las que citaba, estoy segura de que eso se traduciría en más presupuesto para universidades, investigación y educación y, sin duda, repercutiría en la calidad de lo que ya se está haciendo, muchas veces, casi de forma heroica.

Para educar a un niño o a una niña hace falta la tribu entera nos dice José Antonio Marina. Espero que este nuevo año sean más quienes se suman a ella y la educación y el profesorado ocupen el puesto que se merecen. En ello confío. Feliz Año.

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