Opinión

Cultura en transformación

Que Asturias está de moda es algo que muchos ya no cuestionan. Desde hace unos años, hemos sido testigos de cómo nuestra región ha captado cada vez más atención. Para algunos, esto es motivo de entusiasmo; para otros, no tanto... Pero los números no mienten: el impacto positivo es innegable, al menos en el ámbito cultural, en el yo trabajo y al que me siento profundamente conectada.

Basta con mirar las cifras. En diciembre de 2024, Gijón marcó un récord histórico en sus museos, atrayendo a más de medio millón de personas. Concretamente, 511.572 visitantes pasaron por sus equipamientos. Y si ampliamos la mirada a los museos y centros culturales gestionados por el Gobierno de Asturias, los datos son aún más reveladores: 931.364 visitantes en 2024.

Esto no es casualidad. Estos logros son fruto de un esfuerzo conjunto. Creo firmemente que detrás de estos números hay equipos de gestión que han sabido adaptarse y entender las nuevas demandas de la audiencia. La cultura, como todo en estos tiempos de inmediatez, ha tenido que reinventarse. Y no solo los jóvenes consumen de manera diferente: todos, en mayor o menor medida, estamos condicionados por los nuevos modelos de consumo.

Hoy en día, no estar presente en redes sociales como Instagram, TikTok o Twitter sería casi impensable para cualquier institución cultural. Estas plataformas, que nacieron para compartir momentos personales, han evolucionado hasta convertirse en auténticos escaparates de arte, música y literatura.

Algo que personalmente encuentro relevante es la manera en que las tecnologías emergentes están redefiniendo nuestra relación con la cultura. La realidad virtual y aumentada, por ejemplo, están abriendo nuevas puertas a experiencias inmersivas. Muchos museos ya han adoptado estas herramientas para crear exposiciones interactivas que transforman completamente la manera de conectar con el público.

Otro cambio importante es el auge de una cultura más participativa. Centros como El Carme de Valencia o La Casa Encendida en Madrid han entendido este fenómeno desde hace años, posicionándose como referentes culturales en contribuir a la articulación de un tejido social comprometido y responsable.

Esta interacción ha dado lugar a una democratización del acceso a la cultura, haciéndola más cercana y relevante para todos. Porque la cultura no es solo entretenimiento: es una expresión de identidad y un reflejo de los valores de nuestra sociedad.

Aunque vivimos en un mundo cada vez más interactivo y marcado por la inmediatez, donde las pantallas y plataformas digitales son las verdaderas protagonistas, no debemos perder de vista lo esencial. Adaptarnos a los nuevos tiempos es necesario, pero también lo es detenernos, mirar más allá de lo superficial y buscar la belleza.

Y me gustaría finalizar citando a Rainer Maria Rilke: "La verdadera belleza es siempre profunda y siempre oculta, y solo se revela a quienes están dispuestos a buscarla."

Busquémosla.

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